martes, 13 de enero de 2009

Hoy no sale el Sol Parte cinco

El editor


Gabriel toca la puerta, es una mala noticia, de las que siempre estoy huyendo, el editor Miguel Gómez viene la a ciudad en dos días, viernes. La carta suena desesperada y triste, me da pereza y miedo leerla más a fondo:

Salvador:
Me urge encontrarte; desde hace cinco años no edito ni un solo éxito, creo que perderé mi trabajo, pero tengo fe en ti.
Creo que nunca estas en casa, pero espero que recibiendo esta correspondencia me sea más fácil hallarte en cuanto arribe a la ciudad.
Me urge un adelanto para la editorial.

Bueno, eso era en resumidas cuentas…

Gabriel me invita una cerveza, Violeta me mira recelosa, cuando cierro la puerta, las paredes mal fabricadas del complejo permiten que escuche: “¿desde cuando esos dos se tratan?”
Si, yo soy para ella uno de esos dos.
El departamento está algo sucio, casi todos los adornos han desaparecido, Soledad al parecer no volverá.
¿Cómo has estado Salvador?- Me pregunta
¿Mal, tú?- Le contesto
Peor- Me dice y nos echamos a reír
Esa tarde pasa la pesadumbre de lo que se viene, trabajaré en mi libro hasta la madrugada, ahora me embriagaré con mi único amigo, hablaremos mal de nuestras esposas. Pero del amor, guardaremos silencio un buen rato y la tensión pasará gracias al bendito porro.
Nuevamente me preguntará sobre mi extenso libro y daré una prórroga a esa plática.
Es un tema con el que no me quiero enfrentar.
A las diez de la noche, con cerveza y frituras en el estómago volveré a casa, Paris está dormida, Violeta no se encuentra en casa y Sergio no sabe adonde fue. Está acostado en el sillón viendo un drama televisivo: “esta historia es muy buena”, me comenta.
Me sirvo del cereal que Paris desayuna todos los días antes del colegio, Retomo mi lectura.
Si Miguel quiere un adelanto lo tendrá, no quiero leer la carta a fondo, sonaba muy desesperado.



Capítulo 32


“… la esperanza juega con mi corazón…”

Esto suena demasiado cursi, creo que en ese entonces no me acostumbraba aún al alejamiento de Violeta hacia mí, o de mí hacia ella.
Y continúa:

“… al parecer es volátil, se viene y se va como si me dijera que no estoy aquí para pensarlo muy bien todo. Ayer soñé con una mujer hermosa, me besaba apasionadamente mientras bailábamos un vals de bodas, yo no me veo pobre, ni triste, no parezco yo mismo.
Después ella cae muerta y veo carmesí en mis manos, su sangre tibia, aún con su calor vital escurre en mis manos. Está pálida, se me va de mi lado, me veo llorando, de coraje y de tristeza, sombras corren a lo lejos y yo voy detrás de ellas.
Con los puños limpios los voy a hacer pedazos, vuelve a mí esa furia, esa fiebre con la que quemo. No me toquen, quemo.
Y justo ahora, una mujer idéntica a la de mi sueño camina por la calle, me tira una moneda y me sonríe. No se si me gusta esta sensación, hace tanto que nadie me sonríe, no quiero que se muera.”

Creo que hablaba de Iris, cuando la volví a encontrar en el mismo bar que años antes frecuentaba y me permitió conocerla, reposaba su delgado y largo cuerpo en la barra buscando algo que yo le di. Que no mienta, ella no necesitaba amor esa noche.
Tenía la vista en espera de algo distinto, un brillo, una cara que saliera de lo común, yo la vi y decidí arriesgarme antes de que la encontrara, soy un mal hombre.
Soy un canalla con extraña suerte en el sexo, pero algo si sé. Esta suerte la pago con todo lo demás y no es que quiera sonar dramático.
Los hechos hablan por si solos, la novela también, la premeditación de lo que ocurrirá, es como si yo supiera ya que la tormenta se viene y no hiciera nada por evitarla.
Buscaré a Iris, quiero saber si voy a ser padre.
No quiero otro bastardo en el mundo, no como yo.
Pero eso será mañana, más bien al rato, creo que el libro se trata de saber el futuro sin poder evitarlo, de un chico premeditado al desastre.
O una historia de desamor muy trágica; un poco de todas, o de nada de esto, seguiré leyendo después.
Y me duermo en la sala nuevamente, pienso en Miguel, mi editor, hace tanto que ni nos vemos, siempre supe que este momento llegaría. No sabía que sería “tan pronto”.

Al final del capítulo tiene la siguiente frase:

“…soy poseso del amor nuevamente, si a este acto físico lo llaman así, siento que la estoy protegiendo, aunque estoy consciente de que ella me protege más a mi. Su corazón late fuerte, su cabeza reposa en mi pecho, escucha mi corazón.
Yo siento el suyo en mi estómago, me revuelve las entrañas saber que nos casaremos y que ella morirá, no se lo merece, haré lo posible por evitarlo.”

Si, solo lo posible, así de pésimo era yo desde niño, y no hablo de Ike, hablo de Salvador. Si no es posible, ¿para qué me esfuerzo?
Y me quedo en silencio, Violeta no vino esta noche, siento tristeza, miedo y celos. También un poco de nostalgia y soledad, mi estómago casi vacío, un menú muy feo.
Tengo la certeza de que me lo merezco.
Estoy harto de culparme y resignarme toda la vida, también de este departamento.
Creo que me estoy aletargando mucho, desde hace unos diez años, yo siempre con mis calmas.




Y ajá (cof cof)

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