jueves, 31 de diciembre de 2009

Rubén y el salvador Jesucristo

Nací en medio de mercados con frutas, danzantes, comida pestilente de sabores indescifrables, finezas y vulgaridades; ley del más fuerte, vecindades rivales y hermosuras cercanas y enmarcadoras a una realidad terrible. Crecí junto a gritos desencajados del quién vende más barato, en medio de sueños irrealizables, en medio de palacios inalcanzables para el hombre común, de una bandera siempre limpia, muy olvidada, cercano a una catedral hermosa, en la que contaba la leyenda, mis antepasados estaban enterrados; casi a mi salida, tenía el templo mayor, y soñaba con ese México que no era México, pero era más nuestro que ahora. Viví con mi abuela, pues mi madre amada, se fue con un tal Genaro, y mi abuela me cuidó desde entonces; y entonces, ahí, toda la gente me veía recorriendo Venustiano Carranza de cuatro años, jalado de la mano de mi vieja abuela que cargaba flores y las vendía a los enamorados; “déme dos ramos, para la esposa y para la novia por eso del catorce”, llegué a escuchar. Y siempre era igual, estuviese lloviendo o en seca el aire, tan pequeño parado afuera de las librerías, intentando que la venta no fuera tan mala, casi siempre, en épocas gélidas, con mi chamarrita a cuadros; ¡Cuánto quise a esa chamarra!, según mi abuela, había sido de mi difunto hermano Gustavo, que se murió por allá de los siete años, cuando yo tenía apenas uno.
Y aquí, la vendimia era el tema popular, no del que viene de visita, más bien del que nace con esa cruz; no éramos turistas, nuestro único pecado, fue tener antepasados indígenas, por eso a lo lejos, el rico comía en restaurantes lujosos y propios de un argot ajeno a nuestra realidad, y claro, acá, mi amigo William bailaba a la lluvia con sus trajes coloridos comprados en la lagunilla, y se tomaba fotos como fenómeno en el mundo.
Y a unos pasos de mí, afuera de mi vecindad, se escuchaba muy seguido, ya fuera de ruidosos días, decadentes tardes, o desoladas noches, al gusano naranja rugir en busca de más muchachos y muchachas, señores y señoras, que nunca volteaban a uno a mirarle la cara. Ellos a lo mejor volvían dentro de mucho, o a lo mejor ya no, pero uno que nace ahí, siempre vive al mismo sol, a la misma luna y a los mismos gritos, siempre estando ahí, pero no existiendo como persona, nunca importando en realidad nuestro rostro.
Siempre expuestos a las autoridades, y a la gente grosera, sobre todo a los güeritos, que si por nosotros se ve feo el centro, que hacemos delito, que no se qué; no tenemos la culpa de haber nacido en nuestro propio país, si a los mexicanos nos fuera tan bien en el extranjero, como a ellos en México, otra sería la historia, pero siempre para el mexicano es la misma historia en diferentes vidas y personas. Que me voy al otro lado y al rato me desaparezco, o si no, sigo siendo esclavo, que uno extraña la tortilla y el frijol, que uno es naco, y a todo esto si no así, ¿como vivimos y como comemos?
Nací en una vecindad y lo más seguro me iba a morir en otra, o en el mejor de los casos en la misma, cansado de mantener tanto hijo que luego no se iba a acordar de mi, como el señor Gabriel, de ochenta y ocho años, y solo como una piedra después de que se partió el lomo toda su vida por sus siete hijos, y su fallecida esposa.
Y luego dicen que uno por iletrado, no sabe de historia, bien que nos sabemos historias, ese viejo Gabriel, vino de Chipiltepec a visitar a su tío Pablo, y después se casó con su prima Julia, con la que tuvo ocho hijos, de los que solo unos se les murió, nació estúpido, y no tenían para el tratamiento.
Luego las niñas chulas que pasaban por la calle, que lo veían a uno como si fuera miseria, a lo mejor éramos marginados, pero nunca miseria, ¿cómo serían las fiestas nacionales sin nosotros?, tristes, y lo digo en serio. Siempre el cuete, el vino y el amigo, siempre la manteca con el maíz, la corneta, la bandera nacional; siempre el rehilete, y el súper humano presidente gritando el viva México, que uno conocía por la televisión con sus anuncios acartonados vendiendo quién sabe qué a la gente, y luego en los periódicos con cara de idiota; siempre nosotros ahí, confinados a las fiestas, a ser más que parte objeto de ellas, anónimos visores de un México que crece, que recupera poco a poco las Texas, y los Ángeles, que mira con ojos de ilusión los partidos de la selección y así, se entera que existen otros países que no sean los Estados Unidos. Siempre el verdadero mexicano de las manos cansadas y la frente en alto, aunque a uno nadie lo mire, nosotros siempre lo vemos todo; la mirada pícara del que compra sus películas para adultos, ¿quién las da más baratas?, algunos dicen que somos plaga, yo digo que somos honestos, a lo mejor feos, pero eso si, honestos. Esta bien que conocemos a ratas de la ciudad, también a putas a padrotes y asesinos, conocemos al vagabundo que siempre anda bien borracho con quien sabe que dinero, y que nos hablan del derecho registrado; pues ese derecho vale madres, cuando uno necesita comer.
Nací en medio de la ilusión onerosa: la lotería, fortuna impalpable para el que sabe de verdades, realidad angustiosa y feliz para el afortunado e inexplicable triunfante; ¡tengo el bueno señor!, ¿Cuántos quiere?, que si hacemos la vaca, que si mejor nos vamos de juerga, ese era el principio de milenio, lo único diferente al pasado era el celular y el disco compacto, los dos miles venían al país con esperanza y cruel realidad.
El billar estaba de moda, desde que yo era niño, a lo que me contaba mi abuela, casi todo era igual, Bellas Artes era más alto nada más, y todo más nuevo, parecía calmado si lo comparamos ahora.
Que el eje central parece colmena, que la torre Latino ya no se ve tan alta, que la tele es a colores, que ya no hay héroe ni ídolo, que ahora nos jodemos con puro pinche político. Ese era mi México, no el de Pedro Infante, si el de Porfirio, pero ya no el mismo, que si con metro acabado, que allá en el sur seguía el canal de Xochimilco, pero ya muy sucio, ya no tan querido, y a pesar de las épocas se veía tan lejano…
Ya habían pasado los terremotos del ochenta y cinco, muchos sin casa todavía, mi papá todavía no se aparecía: “ojala estuviera muerto, buen pretexto fue ese para largarse” decía mi mamá, que yo tan chico, permanecía impasible jugando con carritos gabachos del día de reyes. Y eso era lo bueno de la vida en edades mozas, los juegos; primero la sonaja, después el carrito y el muñeco, pobres pero muy lindos, después la muchacha, también pobre, pero bien chula.
Y en el cielo ya se dejaban ver pocas estrellas, y uno a pesar de la tal era espacial tan próxima, si veía a la Luna más grandota, era en definitiva, era lo más lejos que se podía soñar. Y nunca nos poníamos a soñar con estrellas y planetas del más allá, nunca soñábamos por falta de esperanza, con el otro lado de la Luna.
Y de moda en la tele pura bulímica hermosa, con ojos de pupilentes, quién sabe si los de ellas si eran reales, con tanta trampa uno ya no sabe, siendo imagen del pueblo, realidad aristócrata.
A lado de la entrada a mi vecindad, un viejo gachupín, de esos que en el pasado nos conquistaron, tenía una librería a punto de bancarrota, yo nada más fui a la escuela unos cuantos años, pero si aprendí a leer, primero presumía a los demás comprando las burrones, ya no tan de moda, pero al crecer con una anciana, los vestigios del ocaso me habían impregnado la mente. Después un poco más grande, los periódicos en los que se hablaba del fútbol, sueño de millones, realidad de veintidós; y al final, después de tanto tiempo metido en literatura no artística, un buen día me acerqué a la librería del viejo Nino, me dijo ceceando: “mira, que tengo estos libros viejos que no creo vender, ya están muy viejos, te los regalo a ver si tu los vendes muchacho”; y aquello fue mi primer tesoro en la vida, diez libros, uno de ellos hasta con dibujitos: “el principito”, cursi el título, y si los de la vecindad me lo ven se van a reír, pensé. Los otros eran tres de ellos, compendios de poetas mexicanos, españoles e ingleses el otro, unas novelas: “las muertas”, de quién sabe quién, “pensativa”, de quién sabe quién, “santa”, que hablaba de una puta cuando eran finas, uno de cuentos de un tal Quiroga, el de “memoria de mis putas tristes”; que pensé, el mundo esta hecho a base de putas, y por último la Odisea, que por más que lo leí, no le entendí bien, quién sabe que se habrá metido ese tal Homero para hablar tan raro.
Caminando por mis calles, dueñas de mi, o yo de ellas, me ilusioné muchas veces con historias infames y desgarradoras, con mujeres también infames y desgarradoras, con deseos irrealizables, imposibles pretensiones para el pobre, que si aprende a manejar, es para ser taxista.
Y esa vida de cafre también es ingrata, mucho camino, nunca llegada, siempre se estaba en medio de las lejanías de la casa, siempre uno lejos de donde quería estar, nunca uno se sentía en su casa; paradero, el deseo del patrón.
Por eso yo vendía flores, que eran al mismo tiempo ilusiones, amores, perdones, regalos incondicionales, agonizantes presentes aromáticos como una sinceridad decadente; pasadizos, llaves directas al corazón de la dama. Vendiendo flores, yo era dueño de mis pasos, nunca rebajé una sola, o bien vendida o bien podrida, que no me sale el negocio, que mire que chulas están, no me las vaya usted a despreciar.
Y la rosa se hizo mi mejor amiga, una vez sin espinas, era pura belleza, las había de todos colores, mis preferidas eran las rojas ordinarias, carmesíes, fogosas, pasionales, efímero regalo, futuro que no tan lejano era la condena mortal.
Primero un octubre lejano, a mis dieciséis años, mi abuela se muere, pulmonía espantosa, terrible, que yo sufrí mucho, pero no me sentí desamparado; y desde ahí, le tengo pavor a los octubres, obscuros, fríos, solitarios, en los que mi única compañía después de esa noche, fue el espejo; que yo sin dinero, fui ayudado por los vecinos para la caja y eso de la sepultada. Ahí entendí la importancia de los espejos, fieles acompañantes, que se mueren el mismo día que uno; a mi abuela no le lloré mucho, a pesar de cuidarme tantos años, era mala; por eso había escondido los libros, ¿para que los quieres?, puras cochinadas herejes, me decía cuando los veía.
Unos cuantos días después, me traje a vivir a mi cuarto a mi amigo Juve, venido de las Méridas tropicales y lejanas, al sur según, bonitas, y pobres como el verdadero México, viajero inocente que de niño se hizo músico de los vagones del metro, cantante indigno, indígena intérprete del acordeón más triste conocido por mis oídos; artista del verdadero mundo, soñador de la fama y la fortuna: un ciudadano ordinario. Cargando en sus espaldas catorce años en los que desde los inicios de su caminar, uso el grito de la piadosa limosna humana.
Y nunca tuve noches tan buenas como aquellas, probé el chupe por primera vez en mi vida, me emborrache con mezcal, vino de mesa del pobre, destilado según las leyendas cegador, a la vista y a las penas; medicina para el cansancio corporal y digno del hombre al fin de cada jornada.
Fue en esas noches, de la azul celeste que Dios nos regaló, en las que conocí a Astrid, hermosa quinceañera sin corona, virgen pura y dueña de mis primeros sueños adultos, recién mudada a mi vecindad apenas una semana después de que Juve se viniera conmigo.
Y fue ahí cuando conocí el amor; no supe si era miedo o desconcierto, pero por primera vez en mi vida, quise traerme a mi casa a la niña. Y esa ilusión del matrimonio es uno de los pocos resquicios de luz que cargamos los pobres con orgullo; el recinto sagrado, era lo único que dios nos daba para cegar aquello de las tristezas.
Pero no todo en el mundo es aquello amoroso, el odio también se da, y sobre todo en mi mundo; por eso conocí junto a Astrid a su hermano: Pablo el ”perro”. Celoso vigilante y enfermo adversario, testigo y delincuente de varios desvirgamientos, de ahí, surgía su pavor por mi persona, todas eran viejas zorras, menos su hermana y su mamá. Juve bien me lo decía: no te metas con la niña, que juegos con mujeres son pleito seguro; pero yo, bien menso, idiota por esos ojos negros y la piel trigueña y joven de la niña, hice oídos sordos y comencé a hablarle obsequiándole lo único que conocía hasta ese momento en mi vida: flores.
Y esa tarde me ilusioné, ni siquiera me sentí mal por mi venta nula, Astrid me había sonreído y con su voz, que guardaba tras su acento la verdad indígena, toda roja aceptó mi rosa, la roja ilusión.
Y mientras en Pino Suárez, Juve, cantaba una canción que hablaba de lágrimas de desamor, yo soñaba con bodas y un montón de chamacos, con la iglesia: mi catedral tan hermosa, adonde mi señor Jesucristo, me iba a casar algún día con mi Astrid, adonde uno ya no sería un perro solo, adonde en medio de mi marginación y pobreza, me sintiera rico, hombre de bien, aunque usted no lo crea, pues la pobreza también tiene sus anhelos de dignidad.
Y me fui a rezarle al señor, a darle las gracias, de darme esa alegría; ilusorio olvido del fin, búsqueda de la inmortalidad de mi apellido: Ortiz, no uno cualquiera, un bastardo y solo, pero más digno con fe renovada, agradecido con Dios.
El apellido a veces se carga con orgullo y otras como maldición, es palabra, es nombre, identificación, es linaje, casta, herencia y a veces un simple adorno; Ortiz, yo, ese del espejo que compartía nombre con mis ojos, ese del espejo, que no sé si soy yo, u otro, que no sé si el espejo me quería hacer más feo; pero según todos, ese era yo. ¿No se sabe que es uno?, todos nos llaman mexicanos, nos dicen pícaros, nacos, rateros, malinchistas, indios, come frijoles, y eso de rateros lo dicen por culpa de sobre vivencia. Le decían a Luís, vende discos del zócalo, que cometía delito, que la piratería no es ética, es menos ético robarlos y darlos igual de caros; ¿qué es ético?, nadie sabe, pero todos hablan. Y Luís, como otros mexicanos sin rostro, temía por su libertad, aquella que te quitan las leyes, temía por sus hijos; aquellos que te da Dios, temía al hambre y a la desnudez, aquella dignidad que solo podía emularle el vender su producto barato: según piratería, aquello anti ético para los ricos; ¿pero nosotros los pobres que hacemos?, comemos igual que ellos, diferencia abismal es el trabajo; por más trabajo uno gana menos, mucho menos que ellos, y si carecemos de simpatía, ni siquiera eso tenemos, nos queda vender lo que podamos, y entre todo eso, esta lo chafa.
Pirata: somos hijos de lo falso, falsas esperanzas, falso futuro, falso político, falsas costumbres, todo es falso, ¿qué es lo mexicano? Y es ahí, adonde uno se reconoce como tal; no sé que me hace mexicano, solo se que yo soy lo más mexicano; tengo rostro tengo sueños, tengo sed insaciable de todo lo que un hombre desea: soy flor y canto de Quetzalcoatl.
En esa semana, por allá del martes, se me enferma el pobre Juve; un dolor de panza enfermizo que me hizo llevarlo al centro de salud; remedio insultante de pobreza, y que me lo internan: denuevo la soledad de frente al espejo oxidado de vejez, nuevamente esa luz amarillenta del cuarto de vecindad, el silencio, mi respiración agitada por el miedo a las tinieblas. Lo llevaron a un hospital grande con médicos finolis que lo veían a uno por debajo del hombro; salvavidas sin corazón ni alma, a los tres días me dicen lo irremediable: Juve, artista de la ciudad tenía un cáncer en la panza, muy avanzado, se me iba a morir.
Y desde entonces con cara hipócrita entraba a su cuarto de hospital, compartido con otros dos enfermos; uno solitario y sordo que había sido atropellado, sin visita alguna; el otro un padre de familia mal operado con su esposa incondicional acompañándolo día y noche mientras sus hijos de ocho y doce años trabajaban en la calle para sobrevivir.
Este señor murió, y sus hijos no se pudieron despedir de él en vida; los chamacos no podían entrar a ver a los enfermos bajo ningún motivo. A pesar del mal trato, su esposa le dio las gracias a las enfermeras; bofetada blanca, último recurso del dolido pobre.
Y Juve lloraba cada visita; me partía el corazón verlo cada vez más pálido y pelón, ni como avisarle a su familia su triste suerte. Lloraba de miedo y resignación, gemía como vieja mi pobre Juve, y yo ahí, tratando de animarlo, de darle falsas esperanzas. Después regresaba a las calles a vender mis flores, lloraba por dentro mientras vendía felicidad; y aunque usted no lo crea, mis flores conocían mi tristeza, se empezaban a marchitar.
Y tomaba en las noches, pensando en Juve y su triste suerte; viajó a la ciudad para conseguir dinero; la suerte nada más le dio la muerte. Y allá en Mérida se quedaban solas su madre y sus hermanas; solas a suerte de un destino incierto, calladas, imaginando las maravillas por las cuales Juve ya jamás regresaría.
Astrid hermosa: miraba mi tristeza a lo lejos bajo el cobijo “del perro”, que me destrozaba con vista terrible y despreciable, yo callado, llorando por dentro, porque a pesar de haber vivido con puras viejas si aprendí que los hombres no lloran, solo por dentro. Sufría por un amigo; en este mundo El señor te da pocos, y tienes que aprovecharlos; por eso odiaba los octubres: el ocho se me murió Juve.
Y no pude siquiera enterrarlo, me dijeron y lloré como vieja; me dijeron y me quedé de nuevo solo: Rubén el solitario, el callado, el abandonado, lo miraba acostado, tumbado, frío, quietecito con cara de sufrimiento, me dolía su suerte, porque lo dejé ahí, se iba a ir a la fosa común después de que futuros doctores petulantes lo cortaran a su antojo hasta que apestara.
Un día después; me desperté a las cinco de la mañana; alborada roja y fría, la ciudad se despertaba, y lentamente se convertía en movimiento constante, me fui a la catedral a buscar consuelo del señor; recé y lo encontré adentro de mi corazón: cálido, abrazado por la nada, hermosa sensación divina; fe ignorada por el rico.
Mi venta fue pobre, como yo mismo, morí igual que Juve, caminé gritando el precio de mis flores, la ciudad se nublaba cada vez más, el gris cielo, el opaco nubarrón nos cubrió lentamente. Dios lloraba un minuto después junto a mí, yo, refugiado en la catedral, siempre refugiándome no solo del tiempo, también de mi realidad; viendo como mi tricolor bandera lloraba lentas lágrimas sucias. Un hombre me regaña, me dice que no respeto la casa del señor, que aquí no puedo vender. Yo le contesto con la mejor cara, la casa del señor es de todos le comento y el se va.
Astrid entra a la catedral con su madre y me sonríe, me quema de alegría ya sé quien es ella, es la mujer de mi vida, y aquí enfrente de mi señor, enfrente de la fe de tantos pobres diablos como yo, algún día lo confirmaré. Al fin, la fe es lo último que muere dicen por ahí…

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Debe ser la noche.

Se le ve desde distante hace unos días- Dice el doctor Mark Sept.
Al parecer todo lo que hace es dormir en el día, despertar en la noche y se queda inmóvil en la banca central del patio; no dice, ni hace nada, ni siquiera se mueve. Me preocupa su estado.- Agrega Rick Mikaels, el guardia nocturno australiano.
Si usted logra verlo, de día el sueño que lo consume es perturbador, mírelo, apenas es perceptible su respiración. Parece...-
¿Muerto?-Agrega el alienista recién llegado de Madrid.
Así es-Termina Mark Sept.
¿Podría dejarnos solos?- Dice el alienista Victor Empte.
No lo creo recomendable señor Victor, hace una semana intentó matar a la mucama con un cordón, sería peligroso-Dice Rick Mikaels.
No importa, muchas veces traté ya con estas criaturas olvidadas de Dios-
Está bien, pero cualquier cosa no dude en gritar, estaré cerca señor Victor- Asevera Rick el guardia.
Victor deja su maletín misterioso en la mesa empotrada al piso de azulejo frío y se acerca al enfermo que reposa tirado en posición fetal, sus pasos suenan en todo el cuartito y producen un eco que pareciera está acompañado de muchas personas más.
Cuando se acerca a unos centímetros del enfermo percibe un aroma extraño, casi nauseabundo que parece reconocer pero no logra ubicar de momento.
Bien Samuel, me han dicho que no padeces de ninguna enfermedad al menos conocida, tu memoria está bien, tus actitudes parecen ser normales ano ser de lo de la mucama y de tus actividades nocturnas. ¿Cómo te sientes?-Pregunta Victor.
Con sueño, déjeme dormir por favor-Contesta Samuel el enfermo.
Con mucho gusto, solo contésteme: ¿por qué duerme todo el día?-
Es algo que no puedo decirle porque va a pensar que estoy loco-Contesta Samuel y le da la espalda aún tumbado en el suelo.
No crea, yo jamás creería que usted está loco, si vine aquí es porque quiero ayudarle su familia está muy interesada en que reciba la ayuda médica adecuada.-
No quiero contestarle-Termina tajante Victor.
Por favor, no me haga usar métodos poco civilizados-Dice Victor y finalmente atrae la atención de Samuel que lo mira desde el frío piso.
Quiero agua-Dice Samuel y se sienta.
Victor grita al guardia por agua que la trae de inmediato y la acerca temeroso a Samuel.
Vayase por favor-Dice Victor.
Bueno, entonces me contaba-
Mire, lo que sucede es que este no es mi cuerpo, me hace falta acostumbrarme a esta nueva corteza, me es dificil entender sus reglas, esta ropa me incomoda, no sé cómo usted puede traer ese saco sin sentirse incómodo-
Si, bueno, es algo incómodo en realidad, pero, ¿si usted no es Samuel,quién es en realidad?-
No soy un alguién, soy un qué.-
¿Cómo está eso?-
Si mire: no soy otra persona, soy un algo, y de algún modo Samuel se quedó adentro de lo que yo soy-
¿Y qué es usted?-
Un árbol señor doctor-
¿Un árbol?, ¿Pero cómo?-
Yo mismo me lo pregunto, un día Samuel estaba paseando, con mal de amores por el patio y se sentó a llorar en mi lecho, me contó su triste historia de amor.-
¿Y lo de la mucama?-
Esa mujer avienta agua con cloro a mis raíces, no tiene idea de cuánto duele, ya le traía unas ganas...-
Entiendo-
¿Y Samuel qué dice?, ¿puede hablar con él?-
Si, y me dice que no me devolverá mi cuerpo, que está muy feliz ahí.
Dios santo...

REmi

viernes, 11 de diciembre de 2009

De entre todos los rostros, tú tenías cara...

El miercoles en la noche pasado recibí una noticia que me entristeció completamente.
La señora Consuelo, mamá de Greys, llamó a mi casa para buscarme y me contó sobre la enfermedad (o padecimiento, no sé) que aqueja a Greys desde hace dos años. El mismo tiempo que dejé de saber de ella.
Greys tiene un tipo extraño de epilepsia, que no le ha hecho convulsionarse, pero si-y esto me consta- percibir el mundo de un modo distinto a los demás.
También ha perdido al azar momentos de su vida, tras un tratamiento que recién toma, empieza, a recordar cosas que su mente había perdido en el diván de los olvidos.
Entonces la señora me pidió que hablara con Greys unas horas puesto que según esto, se acordó de mí el sábado pasado; yo le dije que mi tiempo estaba muy apretado, pero que con gusto, si iban a la presentación de libro-exposición de jueves en la noche, hablaría con Greys con mucho gusto.
Cuando la vi, supe que de algún modo era la misma persona:de Greys recuerdo cómo contaba y sentía las cosas del mundo, recuerdo que hacía cosas pequeñitas hermosas, que dibujaba de forma increíble y que sus relatos siempre me remitían a momentos aislados de mi infancia.
Sentado con ella, escuché su relato de las uvas:
El otro día iba sentada comiendome unas uvas, siempre me gustaron mucho y cuando estaba chiquita mi mamá siempre me compraba unas cuando la acompañaba a hacer el mercado. Cuando las comía sentí una ramita entre mis dientes y la vi.
Le pregunté a mi mamá cómo era esto posible y me dijo que las pasas eran uvas viejas; entonces pensé en la vejez de las uvas, que no saben a fruta descompuesta y de pronto me acordé de ti que me compartías uvas negras de vez en cuando.
Si, esa era la Greys que yo recordaba.
Me dijo que se sentía extraña al no poder ser la misma de siempre y le dije que al menos para mí, esa era la Greys que recordaba de hace un par de años.
Me dijo que también recordaba cómo era yo, que tenía algo que siempre destacaba con mi ropa, que algo que siempre hacía que me sintiera en otro canal.
Joyce, mi amiga de CONfeTI llegó al evento y la reconoció; Joy siempre ha sido despistada, distraída, dispersa y algo indiscreta, pero siempre ha tenido también un gran corazón y nada de mala leche.
Joy Me saludo efusivamente: ¡6 meses sin verte ike!
Y saludó a Greys, ambas estuvieron en la primer junta de CONfeTI, pero Greys no se acordó de ella.
Me llevé por un momento a Joy, y le conté en aparte lo sucedido.
Cuando volvimos con Greys a platicar, me dijo:
¿Te acuerdas del día que nos conocimos?
Y le dije que si.
Entonces Joyce preguntó el modo en que nos conocimos y muy a mi sorpresa Greys fue la que llevó el relato:

Dijo que en la escuela le parecía que yo destacaba siempre, con mi sueter de plumitas o mis chamarras de pana ginda, cosas que para ella eran distintas, que de entre todos los desconocidos, de entre todos los rostros, yo tenía cara.
Siempre me sentaba en el mismo sitio a escuchar mi música solo y con mi libreta a escribir cosas que jamás mostraba a nadie.
"Ese día me acerqué y te pregunté que qué hacías, me dijiste que leías un cuento que habías escrito un día antes y que si quería que me lo leyeras"
Y recordé eso, esa época más bien, ese yo soñador que fui cuando formalicé apenas mi escritura y la tomé como mi vida; a pesar de que tenía ya un par de años escribiendo, fue hasta ese entonces que me di cuenta que no podría dejar de hacerlo jamás.
Me dijo: "en tu cuento tenías a un personaje que se llamaba Graciela,cuando acabaste de leerlo, me preguntaste mi nombre y me dio mucha risa, te dije: Yo me llamo Graciela."
Me dijo que conmigo podía decir cosas como la de la uva sin sentirse ridícula porque sentía que yo estaba en ese canal, pero más no recordaba de mí.
Ella estudia diseño industrial actualmente y hace cosas re lindas, le dije que siempre tuvo manos de creadora y que, no me extraña que estudie eso porque siento que hacer del mundo un sitio más agradable es su trabajo y vocación desde siempre.
Al final se despidió y me dio las gracias, me invitó a hacer ropa con ella algún día porque piensa que tengo un toque ad hoc para su idea sobre lo bonito y se fue.
La que olvidó parte de su pasado me hizo recordar a quién quizá odié ser, pero en su boca no me pareció tan mal tipo.
También se me quedó esa frase: "de entre todos los rostros, tú tenías cara.."
Eso es justo lo que percibí el día que vi por vez primera a Sara.
De entre en gris del mundo ella era como el verde olivo.

REmi

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Algún día todos fuimos un mono-araña.

Me vi en el espejo esta mañana.

Ahí, ese de ahí un día no fui yo.
Ese que soy no sé si soy yo.
Hace poco hablé con Parie,la Camila que me conoce de niño: ¿te acuerdas cuando cerrabas los ojos y dormías despierto Ike?
Si me acuerdo, pero ya no sé cómo lo hacía.

¿Te acuerdas cuando comíamos uvas negras con sabor a vinito en medio del frío que mataba a la fruta?, ¿Cuando el frío nos quemaba las manos?
¿Te acuerdas de la boca con humo (palabras que se hacían visibles)?

¿Et des papillons en volant sur nos têtes qu'il semblait ils fabriquaient l'hiver?

Avui neva...

Si, me acuerdo de las clases para comer una pera o una manzana.
Roja como los ojos de Garcín cuando les daba el Sol de lleno.

¿Las pommas?
Si.

Il te plaisait te cacher, ¿tu t'as perdu en réalité?

No, pero cierro los ojos fuerte para aparecer donde se me pega la gana.

Algún día nos vamos a morir. ¿Quién se va a ir primero Ike?


Il se va à aller, il se fera vent celui qui dise le monsieur qu'il manie les comptes et les phares du temps premier. Ne tu ni je.

Yo sé muy poco de la vida.

¿Qué es la vida?

La vida somos todos los que creemos en ella como algo necesario.
La vida eres tú y la escultura.
La vida soy yo y mis letras. Que al final son letras de todos.

La vie est un espace en blanc en attendant avoir quelque chose écrit en elle...


REmi

ikedelaspalabras.blogspot.com

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Le soleil est pres de moi

Jean No tiene nada más qué hacer.
Se sienta viejo y sucio, se siente cómodo.


Desde joven me han enseñado a confiar en mi. ¿Qué es uno?, ¿Quién es uno?


Que cambia sin hacerse más bello como las orugas; que se hace viejo, malvado y apático.
Jean Piag Está tirado bajo el Sol-¿has visto cómo los ojos de los viejos tienen una opacidad nostálgica?- es que se están muriendo.





Y él está tirado en posición fetal. Sin cabello, lleno de polvo en el corazón.
Llenos de tierra sus pies.
En silencio busca a Dios en el cielo. Para eso son la iglesias -dice su conciencia-
pero no, Dios está en el cielo, no en las iglesias.
En los últimos días esta tierra se está secando.

Al igual que los ojos de Jean Piag Soulé.

Un viento helado cubre su rostro quemado por un Sol invernal.
Y mira al cielo. No quiere ni pensar de dónde viene.
No quiere ir a ningún sitio.

¿dónde nació Dios si nosotros lo creamos?

Casi escuha Jean Piag el sonar de las campanas de la iglesia. Se toca su blanquecina barba y saborea el cielo.
Suspira profundo.

De pronto nadie ve a Jean.
Se va.
Casi escucha el sonar de las campanas.


Desde joven aprendí a no confiar en nadie

¿Soy alguien?

El Sol detrás de él.



ikedelaspalabras.blogspot.com

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El abuelito se hizo un fantasma.

Todos vestidos de negro, solemnes, con caras largas y maquillajes sobrios, la muerte en una esquina observando su trabajo.
Silencio de tumba del tío Roberto antes de que su cuerpo se quedara en una siquiera.
Un velorio solemne en el que llantos, gritos, dormidos, insomnes, melancólicos, ebrios y tristes insípidos asisten con sus mejores trapos de despedida.
La lluvia parece una cortina de seda helada sobre el asfalto negro y brillante como obsidiana.
Veo a mi abuelo a través del vidrio del féretro:
Luce incómodo.
Luce enojado.
Si, parece que está muerto.
Había pensado seriamente hacerle compañía.
Mi padre solía pelear con él todo el tiempo ahora llora por su muerte y se me acerca para decirme lo grandioso que fue, yo lo sé pero no creo que mi padre lo diga.
Lo veo y como si fuera mi propia muerte veo pasar mi vida en el reflejo del ataúd que contiene a su cuerpo extinguido; por toda la reluciente madera lo veo ser quién jamás quiso ser, lo veo ser quien yo amé que fuera.
La lluvia no cesa, parece que todo el mundo le llora al viejo.
Todos menos yo que al parecer no asimilo la idea de que esta ocasión no se levantará a corrernos por ensuciar su sala con tabaco y células muertas.
Mi tía me mira con los ojos brillantes como concreto helado y detrás de la mesa la muerte devora mi sombra.
Tictactictactictactictac.
Y en el cambio de la hora el reloj no suena.
Un silencio de tumba impera cuando todos se dan cuenta que el reloj de cien años hoy mismo a detenido su andar.
Un frío terrible recorre mi cuerpo y la lluvia cesa.
El gato se eriza. Todos sabemos que al fin el abuelito se ha ido de casa…


REmi-Ike

martes, 27 de octubre de 2009

Lavabocas.

Hoy fui al supermercado y mientras hacía fila para pagar mi leche y pan escuché a un niño llamarle pendeja a su madre.
El niño explicaba que quería una fiesta de cumpleaños de disfraces, comentaba también que quería un disfraz de Goku y que su papá debería vestirse con su traje-del año pasado- de calabaza.
Al menos yo entendí desde el inicio, pero su madre le preguntaba una y otra vez:
¿te quieres vestir con el traje de calabaza de tu papá o cómo?
-No mamá, que mi papá se puede vestir con su traje de calabaza
¿Quién, tú?
-Eres una pendeja.
Y si, hace mucho no escuchaba una bofetada tan fuerte como esa.
Me dio mucha risa y me hizo ver que tengo un sentido del humor feo; hoy también platicaba con mi amiga Alina que me invita al cirque du soleil en Diciembre, durante nuestra plática me recordó a una ex que tras una discusión me dejó riendo de forma bárbara:
-Si, sé que tengo mal humor pero...-dije intentando calmar las aguas.
No Ike tu no tienes mal humor-contestó ella.
-Sinceramente creo que si-le respondí casi pensando en que lo peor había pasado.
Tu no tienes mal humor Ike, tu no tienes humor para nada-Y se fue sin voltear siquiera. Estaba muy molesta.
y me quedé, tras un rato de desconcierto comencé a reír energicamente.
Después -obviamente- me sentí mal.
Hace unos días volví de un viaje de trabajo, estar así tan solo tanto tiempo te hace enloquecer un poco, pero también puedo decir que me agradó estar en silencio tanto tiempo.
Un compañero me dijo hace poco que no tengo sentido del humor, que si me daba influenza tendría el mismo estado anímico y nadie se daría cuenta.
Pero esto me dio risa también.
¿Tengo o no sentido del humor?
se lo dejo a su consideración estimado lector.

REmi

domingo, 25 de octubre de 2009

Multipersonas

¿Te da miedo que sea tantas personas?

no

no ike

me da miedo que tengas que conocer a tantas personas.

¿Conoces mucha gente REmi?

No. Yo creo a las personas.

A ti Ike

te

toca

conocerlas.

martes, 6 de octubre de 2009

Auet'i pommas.

Un viejo loco con barba sucia platica con el aire todas las mañanas.
¿Qué hace para no estar muerto?
¿Quién lo hace estar ahí?
Y es que...
adaptarme al resto me hace sentir angustiado
ese no
no soy ese.
ese no soy yo.
¿adónde me fui yo? extraño ser ese
que ya no soy.
no soy yo.
Y es que...
hace mucho, -pero no tanto para los viejos- yo hacía las mil cosas con mi cabeza que se están secando hoy.
¿Será mi salud?
que se muere como mi cuerpo-que el aire hace vivir, pero lo mata quemándolo por dentro-al igual que mi mente.
¿en qué sitio está margot?
Y es que siempre supe y me angustió no encajar, siempre quise encajar.
Pero hoy que lo hago siento nostalgia.
Me siento en deuda conmigo mismo, me extraño como al abuelo.
Veo fotos del que fuí y ya no soy.
Y me extraño, ¿adonde me fui?
¿En qué sitio me perdí?
Escribo, escribo, escribo.
Pero esto ya está bien visto.
Extraño esas teorias y el anhelo del espacio, la búsqueda del olor a frío y mi necesidad de cerrar los ojos sin que nadie piense en mí.
¿Qué es estar vigente?
¿Está mal no disfrutarlo?
Y es que me veo.
Y este no soy yo.
Y veo las fotografías.
Y ese soy
¿Donde estoy?
que no lo siento, no lo veo, no lo huelo, no lo escucho.
No soy yo.
¿Adonde quedaron mis palabras físicas de frío, de:
¡mira el humo de mi boca!
y así se ven mis palabras favoritas:
Mariposa, Diego, Fresa, carro, patines, higo; mira, esa palabra es fea como su significado.
¿Adonde se fue mi interés por ver el cielo cada noche?
¿al banco?
¿Y mis pláticas con margot?
Aletea fuerte, quiero que me acaricies sin que te hagas mil pedazos...
¿Adonde estoy yo?

jueves, 1 de octubre de 2009

Mi dulce Niní

Callada y pálida.
Desde siempre luce hermosa. Luce en todas las ocasiones que la saco, siempre que la tengo, siempre que me tiene dentro.
¿Cuándo me voy a despertar?
Diario, en cada momento de mí sueño tomo café, más y más y no logro despertar de este sueño tan terrible.
Solo cuando estoy aquí, que la tengo y me tiene, y nos tenemos en silencio, a la dulce Niní siento que por un momento despierto.
Luce como una diosa: bella abstraída, muda, mirando a la lejanía.
Parece -de fina- una muñeca de porcelana.
Y es que todo el día camino pensando lo que le diré en la noche, pienso llevarle algo que al final ignorará para hacerse mía y hacerme suyo.
Siempre fiel esperando verme en casa, como una monja esperándome religiosamente.
Paciente.
Escuchará mis problemas en su oído, lloraré sobre sus pechos rosados y esperaré a que el frío se la lleve cada noche.
Noche tras noche el silencio me deja nostálgico, solitario entre las sábanas con su aroma.
Escuchando el tictac del reloj, haciéndome dormir en el mundo terrible que odia a los romances imposibles.
No me juzgará, no se enojará y atenderá a la cita puntual cada noche.
Solo Niní me entiende.
Aunque duerma cada noche en mi refrigerador y esté muerta, mi Niní me da alivio.



REmi

viernes, 25 de septiembre de 2009

De los legados.

De pronto, pensando sin -pensar- hacerlo demasiado, me doy cuenta que no sé quién soy.
Que he dicho mil veces que lo mío son las letras, pero que más allá de eso, jamás le he dicho a nadie que es lo que quiero dejar.
Y no son los cuentos, ni novelas, ni diarios poéticos, mucho menos mis pensamientos, -que si, a pesar de que- los comparto, no creo sean importantes para ustedes,pero si para mí, que se los entrego como mi tesoro más valuado.
No sé cuando moriré, sé que algunos algún día que los vea, me dirán-si es que han leído esto- que ustedes tampoco o que siempre mis fatalidades les hacen pensar que será la última vez que los mire.
Pero hoy me parece importante decirselos.
Más allá de mis letras, de mis historias, relatos o tonteras-como quieran llamarlos-, lo valioso para mí es la capacidad de creación.
Es el momento en que escucho a mi cabeza-sin consultarme jamás- detallitos y paisajes que de pronto me forman una historia, algo, cualquier cosa para contarla.
Y después me veo sentado en la máquina escribiendo a una gran velocidad, escuchando el tipeo de la máquina y en ese momento amo lo que hago.
Es como al músico el escuchar y reproducir, como al danzante cuando el telón abrirá, o al soñador cuando ve que la noche ha caído.
Eso lectores, es lo grande para mí.
El tipeo, el sonido que hacen las letras cuando están siendo escritas: un sonido uniforme que después leído es completamente distinto y pretende ser igual de armonioso.
Porque para el escritor es un deber hacer lectores fuera de cualquier tontera que digan otros escritores. La obra se hace para uno, pero jamás se la queda "uno".
Y es que, como lo he dicho mil y un veces, amo escribir los sonidos.
Pero lo escribo porque me gusta cómo suena.
Ese es mi círculo vital de existencia.
Gracias por leer.
REmi

martes, 22 de septiembre de 2009

"Estefan King"

-La cultura se vende más cara en el metro-
"Uno por tres, dos por siete"
Dice una vieja que vende chicles en el metro, -específicamente en la línea cinco- sin darse cuenta de su feo error, por lo que he visto desde hace ya varios meses que la he visto.
Quizá se moleste si alguien le haga ver su error, o puede que nadie jamás se ha tomado la molestia de decirle o que-incluso que ella- lo haga a propósito, también es posible.
El metro de la ciudad de México es-definitivamente- un sitio en el cual se comprenden muchas razones y cuestiones del mexicano como tal. Muestra los bajos grados de educación que el grueso de la población tiene, explica con un simple paseo de cualquier día entre semana- a eso de las siete de la noche- del porqué el mexicano no lee ni consume cultura, -al contrario- sobrevive gracias a ella.
Trabajadores dormitando de pie en vagones-sardina, damas maquillándose y desayunando al mismo tiempo; cantantes ciegos frustrados y vendedores de todo tipo de accesorios se mezclan en la red de la ciudad, en esta telaraña en la que se está convirtiendo el metro ya que, ¿quién?, dígame usted si alguien podría pensar que esta ciudad crecería tanto algún día l grado de que las adaptaciones al servicio de transporte público parecen más responder desesperadamente al crecimiento que razonablemente a lo que puede pasar en el futuro en cuanto a límites territoriales capitalinos se refiere.
Si uno ve el mapa del metro de la ciudad de méxico se da cuenta que carece de orden, al igual que la ciudad de México, también que obedece a erratas y parches en carencias de transporte por todos lados y que tristemente, a pesar de su extensión y crecimiento constante, aún muchas partes de la ciudad están desconectadas del resto de la capital.
Ante esto han surgido nuevos transportes revolucionarios como el Suburbano , el RTP y el metrobus. ¿Pero qué sería del metro sin sus vendedores ambulantes?
Dueños de parajes propios a todos, los vendedores ambulantes han demostrado que no paran en recursos e imaginativa para satisfacer los caprichos de propios y extraños con productos diversos y en algunas ocasiones impresionantes debido a que -dudo mucho- que las tendencias sociales se marquen tanto en otros sitios como se logra apreciar en el gran gusano anaranjado come hombres de la ciudad de México.
El precio base para los artículos pende de los diez pesos, de ahí se existe una gama de productos diversos: discos de muchos géneros; instrumental de ayer y hoy, éxitos de Michael Jackson, éxitos de los noventas, baladas de ayer y hoy, los mejores corridos norteños, Inolvidables de la salsa de los 70´s a los "2miles", clásicas del rock alternativo, lo mejor del rock urbano..., páquete de plumas, marca textos con marca discos, kit de cortauñas, porta credenciales, mapa de la ciudad de México, entre otros.
Algunos alcanzan precios inferiores como los son los dulces que oscilan entre el peso hasta los cinco pesos, las "perlitas de hidrogel" que se hacen tan populares sin yo poder explicarme el porqué y otras tantas chucherías.
Hace poco vi algo que me desconcertó completamente:
"Biblioteca con clásicos de ayer y hoy, más de doscientos clásicos de la literatura; entre los que podemos encontrar a Maquiavelo, García Marquez, Estefan King, J.J. Benitez, entre otros a tan solo 20 pesos...
Y entonces me quedé completamente aturdido.
Este producto, ofrecido para los "conocedores y estudiantes" rebasaba no por poco; duplicaba el precio base del resto de los productos ofrecidos comunmente en el metro de la ciudad de México, alcanzando otros de distinta naturaleza como lo son lámparas o un "revolucionario instrumento, cinco herramientas en una".
Peor aún: Esto es entendible.
Un simple viaje en Metro, -como había dicho antes- explica muchas realidades de la ciudad.
En primer término pensemos: con jornadas de trabajo exigentes y pesadas para el obrero en general, salarios reducidos y las crisis constantes que nos hacen ver las mediocres "estabilidades" económicas como momentos de alivio para el bolsillo, ¿quién quiere llegar a casa a leer?
Con una industria literia adolecida por el incremento de impuestos, resulta imposible la reducción de costos, de los libros, no solo eso, en muchos casos también hace que el tener una editorial, más que un negocio sea un sacrificio para los que emprenden esa labor social.
Con medios de comunicación tan desvirtuados, con un gobierno que da el ejemplo base al desaparecer parte de la historia mexicana de tajo sin remordimiento alguno de los libros de texto y sobre todo, con una gama de productos tan sostenibles comercialmente en el metro ¿Cuando cree usted que la biblioteca virtual tendría el mismo precio que el resto de los productos ofrecidos -Según- ilícitamente en el Metro?
Esto me explica muchas cosas querido lector:
Este producto es más caro porque se vende menos y va -según esto- drigido a compradores en potencia, con un distinto nivel social.
El mexicano promedio no consume cultura, la vende para llevar el alimento a la boca.
Diego Christian Pérez Morales.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Matalobos

Estan todos muertos.
Una lluvia cae, el matalobos se tira en medio de la carnicería completamente vencido.
La física, densidad, sangre caliente corre pesada por agua enlodada helada, está quemándose por dentro, pero su piel cada vez se hace más fría.
Casi está dormido o muerto, lodo ensangrentado lo rodea como si fuera líquido amniótico. Siente su corazón latir a galope, seguro que hoy morirá.
Doménico lo mira de pie. Ha llegado demasiado tarde para salvar a más matalobos.
En el suelo los canes y los matalobos se hacen una sopa apestosa, uno de ellos está respirando. Se mueve.
Lame sus garras.
Doménico se acerca, encontró al fin lo que buscaba: tiene un hijo que alimentará con unos cuantos enemigos.
Es padre del último matalobos.

ikedelaspalabras.blogspot.com

martes, 8 de septiembre de 2009

Los esquimales no existen.


Arpovechando mi oportunismo el nueve de septiembre en la calle de Regina e Isabel la Católica se regalará poesía, por ahí andará REmi. Espero verles...
Ultimamente escucho mucho la palabra "raro" y todas su derivaciones de la gente que me rodea, ya sea que me la dan a mí o a situaciones en su vida, en nuestras vidas o en casos conocidos que a pesar de todo mantienen lejanía con su propia existencia.
Para mi la rareza es sinónimo de belleza; algunas cosas que son distintas atraen por el simple hecho de perder el aspecto común o vulgar aunque no sigan reglas de belleza marcadas inclusive por uno mismo.
Hoy tuve un día maravilloso justamente porque se me motivó la casualidad de tener un día completamente extraño, "raro" pues.
Fui a hacer una compras al centro y estando en él vi una cafetería en la calle de acueducto que llamó poderosamente mi atención por sus motivos taurinos.
Terminadas mis compras, decidí ir a tomar algo a este sitio.
Lo primero que me gustó, fue sin lugar a dudas, el estilo español del platón; costumbre bonita bareña en la que se invita a los demás a sentarse a una mesa ya ocupada a comenzar una plática cualquiera como de si de dos amigos se tratase ya.
La mesa en la que me senté, estaba un muchacho gordo con lentes pequeños al que saludé con agrado, de inmediato comenzamos una plática muy amena:
"¿gustas jamón?- Me preguntó
Gracias- afirmé para romper el hielo y tomé un poco; hablamos del tamaño del toro y de la mirada que estos dan cuando están a punto de embestir.
Al poco tiempo el rechoncho muchacho se retiró y me quedé un momento solo hasta que se acercó una chica y se sentó en la mesa.
¿Qué escribes?- me preguntó como si tuvieramos años de conocernos.
Nada- le dije y sonreí para comenzar cualquier otra plática.
¿Quieres un pan?, pediré uno-aseveró.
No gracias, bueno; ¿qué me cuentas?-
Yo también escribo, ¿Qué escribes?- me preguntó nuevamente.
Respuestas a preguntas que aún no me hacen- respondí altivo, y entonces recibí la gran lección del día.
La chica tomó mi libreta y pluma y escribió al final de la misma:

"Los esquimales no existen"
¿Por qué los restorantes de comida china tienen a tantas mujeres viejas comiendo siempre?


Cuando leí esto me quedé mutis.
Entonces ella sonrió y me dijo:
"un aporte a tu empresa, una respuesta aún no preguntada y una pregunta para tus respuestas ya hechas.

Casi nadie- si no es que nadie- se mete jamás en mis letras; quizá mi actitud impide que la gente busque, opine o pregunte de más por lo que hago generalmente, fue una agresión bella que esta mujer se metiera en mis letras sin preguntar, un asunto casi mágico.
Hizo lo que nadie hace jamás porque no me conocía.
Entonces comenzamos con las pláticas de rutina, hice mis preguntas y ella sus propias; contestamos a lo que queríamos y de pronto la sentí muy mía.
Mientras platicábamos imaginé que quizá podríamos hacer algo otro día, y otro y otro, hasta que el uno al otro nos hicieramos rutina y algún día acabaramos dormidos soñando cosas distintas y deseando estar lejos.
Una bonita historia de amor; un romance pasional y casquivano emocionante, quizá solamente una amistad duradera para siempre jamás o un tiempo del siempre en cualquier magnitud o quizá "nada".
Uno- aunque no lo acepte ve el deseo de otros hacía uno e inclusive a veces- nos esforzamos por hacerlo notar. Esta conexión se daba entre esta "escritora de la que conocí una respuesta y una pregunta" y yo. Un fanático de la tauromáquia y del café.
La mañana se agotaba y al filo de las doce vi mi reloj y partí.
Cuando me levanté ella sonrió y me dio un hasta siempre.
Y tiene razón.
Hoy conocí al amor de mi vida, a la mujer perfecta quizá porque jamás la volveré a ver.
Ha sido un día maravilloso.
REmi

martes, 1 de septiembre de 2009

3era Presentación de Migala




Revista con temas sobre el arte citadino en la que participo.
Invitados todos a la presentación que se muestra interesante y por lo tanto no creo que se aburran, además tendré la oportunidad de saludarles.

Actuaizando el blog meto acá el otro Flyer, que especifica más el evento del día sábado.
Gracias.

REmi

martes, 25 de agosto de 2009


agradezco a Gabriel Berú por el tip para subir imágenes a mi blog y aprovecho para invitarlos en un ambiente ameno(espero)a la lectura del Burdel de Letras, proyecto organizado por Angel Armenta, amigo mio desde hace un tiempo en el que participo con gusto en mis ratos de ocio.
Los detalles están en el cartel.
Un abrazo, ojalá puedan asistir.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Cirros Inmóviles

(Un aviso a todos mis queridos lectores: lo que está pronto a leer se encuentra registrado por lo que cualquier uso sin permiso, inadecuado o plagio del mismo está penado por las leyes de INDAUTOR- para aquellos que ligan diciendose escritores-)


....................

Esa mañana no mostraba algo distinto a lo que los otoños en la ciudad representan: Frío, neblina, colores poderosos en el paisaje, cielos grises y gente achacosa con reumas y caras coloradas por el frío.....

Ana había despertado tras un sueño plácido; había soñado con su fallecido abuelo que siete años atrás había muerto en un accidente automovilístico en la carretera cuando viajaba a visitarla a la capital en víspera de invierno.....

Román despertó tras una pesadilla terrible y pidió a Ana que trajera de desayuno pan, carne y queso para desayunar con un jugo de naranja de bote que ambos guardaban en el refrigerador.....

Ana se levantó en bragas, llevaba unas color vino con encaje de las cuales disfrutaba mucho Román a la vista y tacto, este se encontraba tirado en la cama sin la menor intención de levantarse; miró cómo Ana se ponía un pantalón tirado en el piso y una blusa apretada que simple vista dejaba ver sus pezones marcando su aureola.....

Se puso una chamarra gigantesca y salió de la habitación.....

El edificio estaba pintado de color arena y era psicológicamente depresivo, por eso Ana unos meses atrás, había pintado las paredes del departamento de color lila y había puesto – a modo de significante romántico- huellas verdes de ambos plasmadas por toda la casa que figuraban pinturas rupestres y eran prueba de la existencia de ambos como pareja.....

La calle estaba casi vacía, inclusive algunos negocios se encontraban cerrados, la florería de Niní; una vieja con los ojos muy azules, comenzaba a soltar el aroma de las gardenias que artificialmente habían sido cultivadas para brotar en esas fechas.....

El pan de la bisquetería aún estaba caliente, olía poderosamente y Ana quebró uno en sus manos para irlo comiendo mientras pagaba el total de su cuenta:....

-Luce preciosa este día señorita- Le dijo el rabo verde de Jacinto y ella respondió con una sonrisa enorme al detalle del jovato que se perdió a sus espaldas cuando esta salió del establecimiento.....

En el parque se encontró a Susana, una vieja vagabunda que temblaba de frío mientras yacía tumbada en una banca metálica intentando conciliar el sueño.....

Ana metió la mano en la bolsa y le regaló un trozo de pan. Susana fue muda de nacimiento y nadie sabía si en realidad entendía las palabras del resto de las personas; alguna leyenda local la ubicaba como una Alemana que había enloquecido en un viaje de vacaciones y que se había quedado inevitablemente abandonada en un país ajeno.....

Prendió un cigarrillo, Román odiaba los cigarros con toda su alma. Le producían migraña, se sentó un momento en la orilla de la húmeda fuente con forma de angelito orinador a disfrutar de su vicio y después se levantó a la cremería con el culo mojado.....

En la cremería compró queso de cabra, le recordaba a los canapés de salmón que le preparaba su abuela cuando la visitaba en verano, un poco de fuet que el carnicero envolvió ostentosamente en papel encerado y se detuvo en la cafetería a comprar grano molido y bolsitas de té para la tarde.....

Amaba acurrucarse en Román para ver caer el Sol; este le tarareaba canciones improvisadas al oído mientras bebían algo cálido tirados en la cama con las ventanas abiertas acobijados por los últimos rayos de la estrella madre.....

La última parada antes de volver al departamento fueron los abarrotes de Miguel, él era –casi como a caricatura- un viejo español barbón con boina que ceceaba, llegado desde las épocas de conquista con cara de pocos amigos.....

Con él compró un bote de arándanos secos, pagó y volvió al edificio que quedaba ya a unos pasos y subió sus escaleras frías de mármol.....

A diferencia de la calle, el departamento era acogedor, de reojo Ana vio el pie de Román en la cama y se dispuso a preparar el desayuno: encendió la tetera llena, sacó el jugo del refrigerador y lo vertió en dos vasos sobre la mesita de madera de la cocina, partió fuet que frió en la sartén, corto trocitos de melón, los colocó intercalados con la carne en un platón y al último tostó trocitos de pan para hacer croutones que al final untó con queso y coronó con una rebanada de tomate fresco.....

-Román, ¡ven a desayunar!- dijo a la lejanía y no recibió respuesta alguna.....

Entonces entró en la habitación: ....

-Román, vamos a desayunar, preparé el desayuno- dijo con más decisión. ....

Román parecía completamente dormido, en sueño mohr y no respondía ni una palabra.....

Ana se acerca a la cama y se quita nuevamente los pantalones, se recuesta sobre Román para despertarlo cariñosamente y lo besa en la boca hundiendo su lengua en la del durmiente.....

-Su pecho está frío, sus labios secos y su lengua flácida.-....

Entonces Ana retrocede con el corazón a galope, le mira con detenimiento y comienza a gritarle; -no responde- le da palmaditas en las mejillas y comienza a llorar.....

Le abre los ojos: están perdidos, al final se recarga contra su pecho. Su corazón no late.....

Dura un buen rato tendida sobre su amor llorando de pánico.....

Al final se da cuenta: Román no está más ahí, el departamento está lleno de vapor, toda el agua de la tetera se ha evaporado y condensado formando nubecitas dentro del departamento.....

Ana toma los dos jugos, prepara más café y se lleva el plato de jamón con fuet a la cama, se acurruca en el cuerpo inmóvil de Román y se queda mirando al horizonte con la vista melancólica mientras los últimos rayos del Sol le tuestan las lágrimas.....

Se da cuenta, este será el último ocaso que pasará en el regazo de su amado.....


REmi (Diegpo PM) diegrocker@att.net.mx

viernes, 24 de julio de 2009

Excuseme señor.

Dos noches en vela editando lo que según será mi primer publicación y he aprendido mucho de mi.
Siempre trato de evitar convivir en demasia conmigo mismo, no es que tenga miedos o fantasmas- o tal vez si-, es solo que no me simpatizo y por lo tanto se me vuelve insoportable estar a solas con mi propia conciencia; siempre que me pasa esto comienzo a esribir algo, lo que sea (justo como ahora) para no terminar de mal humor.
En la edición de un libro, no se tiene más: estas ahí y ya no tienes nada que inventar, solo debes pulir lo que has creado ya, no te entregas a fantasear idear destajar crear ni destruir.
Editar un libro supongo será un poco como hacer una estatua; todo está ahí, solo le das forma. Acá en estos días no le doy ni siquiera forma, a veces pienso que la forma está, que solo doy vueltas en círculos omitiendo cosas y cuidando otras religiosamente para no perder hilo en las historias.

Entonces, entre tanto tiempo, termino en absurdos totales retomo mi pasado, pienso en mi futuro e ignoro mi presente, me distraigo de lo que debo hacer y eso me preocupa mucho, he recibio inclusive regaños por mi displacencia actual.
Escribo cosas como la siguiente que les comparto con gusto:



El abuelito se hizo un fantasma

Tic, tic, tic…tic, tic, tic…tic, tic.
Hacía ya una semana que el abuelito había fallecido y no podía quitarme de la mente su cara flácida, pálida y helada, tenía la vista perdida mirando a los cielos, nadie tenía idea de qué fue lo último que vio.
Murió justo el día de su cumpleaños, por lo que exactamente vivió 77 años en los que la pesca y el box fueron sus principales aficiones y desde entonces las noches se me hacían infinitas, terribles, más negras de lo común. No era que yo pensara siquiera que el abuelo me visitaría en las noches en forma de espectro, era mi miedo a la muerte la que me ocupaba de forma terrible, la muerte de mis padres; la propia mía, aquella calavera con su hoz en algún rincón esperando a que yo me descuidara para hacer de nuevo de las suyas me mantenía en pánico constante.
En la calle no podía dejar de ver a todos lados: por algún lado podía llegar de mil formas, podía ahogarme comiendo una uva, me podían atropellar, el conductor del autobús podría haber tenido una mala noche y en un descuido perdido entre el sueño o el coraje podría chocar. No sé, la muerte de Rubén ha sido lo peor que me pudo haber pasado.
Un domingo antes de su muerte lo visitamos y soltó entre sus locuras de viejo que la abuela le había dicho que lo engañó mil veces con Fausto. Fausto era su rival de amores en la juventud, sin embargo el sinvergüenza llevaba más de diez años muertos a cuatro de la abuela.
Recuerdo con rencor los cocazos que de niño me propinaba por no comerme los apestosos hígados que la abuela me preparaba; sus regaños por comer demasiados caramelos, la vez que criticó que mi novia parecía una puta por el piercing que llevaba en el ombligo, cuando lo acompañé a la playa de vacaciones y mientras me bañaba me dijo que mi miembro me hacía lucir como una niña, en fin.
Sin embargo el viejo tenía buenas puntadas, de todas las cosas desagradables que hacía como sonarse la nariz en la cabecera de la mesa a media comida o de llamarme cuando tenía el cabello largo Hippie comunista, re cuerdo también cuando más pequeño me llevó a la feria y a pesar de sus achaques en la espalda me acompañó a todos los juegos que quise, también de cuando me llevaba a comer pizza –que a él no le gustaba- y la llamaba comida de traidores a la patria.
Las noches con calor son terribles, te crean incomodidad en todo el cuerpo, si tienes hambre empeora, si estas enfermo también, si prendes el clima amaneces constipado, si te pones a pensar un poco te da insomnio.
Justo como a mí.
Cuando vi al abuelo muerto en su caja sentí ganas de reírme. Estaba muy triste, es la verdad, pero por algún motivo no puedo mostrarle a nadie mis sentimientos, menos a mi abuelo desde que me llamó hippie comunista o nena.
Hoy tenemos Luna llena, se ve desde mi ventana y no puedo dejar de recordar las historias sobre los lobos que me contaba; un día me dijo que mató a un lobo para sobrevivir cuando se perdió en el bosque con su hermano Samuel.
Mi abuelo fue un hombre de campo, humilde, casi montañés que jamás se sintió complacido con la ciudad como sus hijos si lo hicieron.
De vez en cuando se le veía nostálgico, de seguro añorando su infancia en el campo mientras miraba el cielo antes de caer irremediablemente dormido, así mismo estaba yo, intentando imaginar todo lo que el viejo vivió y jamás nos contó, seguramente algún día me iba a morir yo, no me imaginaba ese día.
Tic, tic, tic…tic, tic, tic…tic, tic.
El árbol que golpeaba mi ventana había sido plantado por él en un verano, fue un naturalista amante de los paisajes, parecía mi abuelo mismo que pedía asilo en mi cuarto para contarme alguna historia más, la sombra del árbol se proyectaba sobre mi cama a modo de espectro amenazante; cuando me percaté de esto sentí miedo.
De pronto al igual que de más pequeño el hueco de mi cama se me hizo un abismo en el que todo podía esconderse, los golpecitos de la rama se me hicieron un aviso de que la muerte me pedía asilo, el cuarto se hizo pequeño y me tapé con la cobija, con todo en medio del calor sofocante para ocultarme del miedo en si.
Según yo mi abuelo jamás sintió miedo.
Oculto en las cobijas me doy cuenta de que el aire es escaso, siento pesado todo el cuerpo, tengo demasiado sueño y siento justo en mi cara una respiración profunda y terrible.
Mi abuelito se hizo un fantasma.



Solo espero que en vez de tanta pendejada, me pueda evocar a editar bien mi libro.
jajajaja
gracias
Diego

margot-remi@hotmail.com

viernes, 17 de julio de 2009

"Maldiciones"

"ahí frente a nosotros un árbol muerto, pero más muertos estamos tu y yo por dentro:
¿Qué ves en mis ojos?-Buscando ego.
No vi nada.
Quizá otro muerto como el árbol, como yo.
No somos tan distintos, ambos practicamos la desaparición de Houdini, sin vernos nos amamos a nosotros mismos.
A nadie más sabemos amar,aunque pasemos mil años juntos, jamás nos vamos a amar."
¿Qué es un árbol muerto?
un tronco que no ve ni siente, ni tiene hojas que hablen por él éntico, se queda mudo, sin verso ni gloria, ni lágrimas, ni hambre, es un alma penando en las azoteas, un tono del horizonte ignorado por los que no estamos ahí.
Es una lágrima segura a los tristes que vagan cuando el ocaso se muere.
Justo en el momento en que sabemos que no somos nadie.
Ni sentimos nada adentro del pecho.
¿Qué tengo yo?
Mis letras, mi amadas letras y mil y un farsantes que me odian y me admiran.
Y dos mil que se preguntan quién soy, y trece mil a quienes caigo mal, y millones que no saben que existo y que por eso me simpatizan.
Me tengo a mi, a mi soledad, a mis fantasmas y a mis miedos.
Tengo letras, voz y miles de yos dentro de mí.
Un pecho vacío que sangra y al mismo tiempo es un hoyo negro.
Que se libera de los espacios de soledad y tiempo, que mide con vara y descarta verdades obvias como la blancura del blanco o la podredumbre de lo cetrino.
Demasiado egoista, pasivo y apático.
¿Qué tienes tú?
Unos labios, unos ojos sin nada-o con nada-,un pasado al que temes y una historia que me es indiferente.
Un cuerpo de pecado que impúdico se muestra de pronto como un rato de olvido.
¿Que es el olvido?
Según Borges, el olvido es la peor venganza y el único perdón.
Porque tenemos un deseo frívolo y pequeño, no arde pasión, no soy pasional ni cálido.
Solo un caradura que ve con ojos de espejo, en mis ojos se ven todos reflejados. Mis ojos son trampa.
Y tú estas espléndida y hermosa temiendo, arrepintiéndote y disfruntando cada noche en mil regazos, disfrutando tú misma tu pálida piel y tu cuerpo curvo y fino.
Y ambos jugamos a hacernos los listos porque la vida lo quizo así.
Cercanos, pero lejanos, acompañándonos en nuestra soledad, a unos pasos, distantes a millones de años.
No sé donde dejaste tu corazón.
El mío se encuentra perdido, prestado con algún estafador empeñado.
Y ahí fingímos los dos que todo esta bien.
Esta bien siempre y cuando no nos preguntemos:
¿Cómo estas?

diegrocker@att.net.mx

miércoles, 8 de julio de 2009

La creación de una novela.

¿Cual es la magia de escribir un libro?
¿Por que muchos dicen que no habrán vivido sin jamás haber escrito un libro?
Para muchos resulta intrascendente, aburrido, inútil, inservible, irrelevante o simplemente les causa indiferencia el escribir un libro, sin embargo, a pesar de todo lo que nos muestra el mundo actual existen románticos aún que seguimos creyendo en las letras, en la escritura, en la lectura y en que, para los escritores es un deber crear lectores.
La escritura es un medio de expresión útil y liberador, es un suceso recordable ausente del olvido si se practica, es una terapia, una necesidad para algunos, una gran experiencia para otros.
En esta ocasión les hablaré de mis primeras novelas, de mi primer escrito en el mundo, de mi escrito más "casquivano", y de todo aquello que las obras largas terminadas me han regalado a lo largo de ya -afortunadamente- muchos años amando las letras.
Como lo había mencionado tiempo antes en otro relato en este mismo medio, mi primer escrito fue una obra de teatro. A mi parecer es una obra mala, lenta, con demasiada información, muy engreída y científica, sin embargo jamás -sabiendo lo que esto signifique- escribiré en mi vida algo tan mío, tan natural, sincero y simple.
de esa obra recuerdo una frase demasiado inglesa (y mala) que se encuentra casi al final de la historia:
"...y entonces los que nacemos sabiendo cosas, las olvidamos cuando morimos, porque lo que somos en vida, no es nada en la muerte..."
Quizá lo que rescato de ese entonces es que me atreví a opinar sobre temas universales como la muerte y la justicia con -dicho con toda modestia- una idea inocente de lo que es la vida, con una idea del humano nacionalista y un orgullo por las patrias casi romántico.
Después crecí un poco más, comencé a escribir una novela (jamás finalizada) de ciencia ficción llamada "Soledad" -si, desde el inicio mis pésimos títulos- desarrollada en un futuro no muy lejano en el que la noche se apoderaba de una ciudad y en esta un niño de la que era mi edad entonces, desarrollaba una vida solitaria matizada por la aparición de algunos personajes que desaparecían a la brevedad. En ese trabajo se reflejaba mi innegable miedo a la muerte y a la soledad en ese entonces:
"...sombras se acercaban a mí todo el tiempo, no había noche y todo era noche..."
Actualmente considero que la historia no era mala, si mi forma de abordarla, y al final el hilo y el desarrollo de la trama resultó inconsistente por lo que dejé el proyecto tras tres meses.
En este hilo de escritos, unos meses después comencé una novela corta, jamás terminada también, llamada Susana; trataba de una familia de campo, en específico una niña que tras una pelea con su familia deseó su desaparición y como resultado obtiene misteriosamente el cumplimiento de su deseo. Como en "La dimensión desconocida" resulta que la chica tras el goce de descubrirse sola encuentra anomalías en la realidad y descubre que tras caminar horas fuera de su casa resulta imposible salir del prado. Atrapada en la nada, en un mundo paralelo sabe pues, que su vida llegará a su fin tarde o temprano.
"...algo no estaba bien, el mundo estaba, o demasiado grande, y al mismo tiempo lo sentía muy chico..."
Después me evoqué a la poesía, durante mucho tiempo me volví el típico aficionado tras sentirme derrotado, por mis historias malas, me di cuenta que debía hacer algo por mi causa y me refugié en los típicos poemas que quedaron muy ad hoc para mi adolescencia.
Algunos me gustan, otros no, y cuando me siento de ganas escribo alguno aún, pero debo decir que se me ha pasado el encanto por ellos.
Jamás me gustó declamar, además se prestaba mucho a que (por la misma edad) me pidieran constantemente que "les escribiera algo bonito".
Y fue justamente en el asunto del "caradurismo" en el que retomé las historias; la oportunidad se me presentó ante unos ojos verdes y claros, hermosisimos que un buen día se acercaron a mi:
"Oye, hola, ¿que tu escribes?"
Y entonces, atontado por dos ojos, una boca y un cabello castaño con aroma a violetas que me miraron un cuanto de tiempo y me pidieron como proyecto artístico hippie-un guión en el que "aquella musa", sería el amor imposible de algún tipo feo.
Para mi ese fue un proyecto demasiado coyoacanesco, pero lo hice, entonces metí todo mi resentimiento de ser un jovencito nerd, torpe socialmente y poco popular en la creación de aquel desairado amoroso.
Como resultado salió mi guión para "el espejo", lo escribí en tiempo record de cuatro días del cual rescato una frase:
"...y en todo ese mundo estaba yo en él, pero ausente. Y frente al espejo estaba también yo, que no quería estar en mi..."
Mi siguiente trabajo fue una novela larga llamada "En la nada", sin dudarlo puedo decir, que ha sido la que con más cariño y esfuerzo finalicé, la que más disfruté y con la cual descubrí que amaba escribiry que eso de la literatura sería algo que jamás-bueno o malo- podría dejar.
La historia es la primera de dos partes, de un grupo de sicarios de Ciudad Juarez que hacen de las suyas por toda la frontera del país; la historia comienza con la muerte de uno de los suyos y la trama trata de los problemas morales con los que estos se encuentran a lo largo del camino que recorren al descifrar la razón de la muerte de su compañero.
Cuenta con toques de ficción, es una novela basa sin embargo en la realidad de acción y tardé dos años en finalizarla, cuenta con trece capítulos y de ella rescato una frase:
"Imagina esto: en el Dart color azul Acapulco ibamos cinco matones en los asientos, y un muerto en la cajuela que cuando la abrimos apestaba a vicios de muerte..."
A la par de la realización de esta novela, escribí una novela corta también llamada "Lisa la Imposible", ubicada en la ciudad de chicago en finales de la segunda guerra mundial que trata del amor devoto que tiene un chico de catorce años a una casquivana y coqueta Lisa de 18 años con la que vive el romance de su vida.
"Lisa como la seda, lisa como mi lengua sobre su cuerpo, me mira Lisa y poco a poco cae la noche."
Tiempo después escribí la segunda parte de "En la Nada" esta obra lleva el nombre de "El sentir del silencio" y habla de la vida del hijo de uno de los personajes de la primer novela y la búsqueda de una venganza a ciegas.
"...Al día siguiente el periódico diría en su titular: Asesinato con maña en minisuper, cuatro muertos, uno de ellos decapitado..."
Después el escribir novelas se adecuó a mi vida, vino la divertidísima "Hoy no sale el Sol", una novela de un cuarentón jugando a ser adolescente y sus tramas amorosos, Lisa, que fue una Novela corta de una mujer fría que extraña a su madre, Paris no se lleva con el Sol, que habla del viaje en el tiempo y lo imposible de un romance gracias a esta cualidad tecnológica y Vías, mi única novela para niños que habla de un niño que extraña la llegada del tren a su pueblo y su salida camino a las vías en búsqueda de su destino.
Actualmente escribo "Primer" que es una novela romántica de un hipocondríaco con una mujer harta de la vida y "antes de que me digas adiós" que trata de un hombre viejo que tras recibir las noticias de su próxima muerte redescubre el sentido de la vida
a través de las cosas menos imaginadas.
Puedo decirles hoy que escribir es lo más bonito de mi vida, espero que jamás se me acaben las letras y que, a ustedes no se les terminen tampoco las ganas de leerme.
Sigamos en este círculo vicioso por favor.
Diego
icaro-triste@hotmail.com

miércoles, 10 de junio de 2009

Crònico orìnico de la ciudad

Todos tomamos algunos temas como propios y los defendemos a capa y espada quizà de un modo absurdo; ahì reside la libertad de expresiòn, todo aquello que muchos activistas dicen que no existe, sin embargo lo dicen -sintièndose quizà, hèroes baratejos por decirlo abiertamente- en medio de mitines y espacios pùblicos, como factores de cambio y reflexiòn.
A menudo se tiene la idea de que los jòvenes somos limitados, censurados, relegados y desprotegidos, si a eso le añadimos la idea, de que la juventud en el centro de la repùblica se convierte en una minoria tambièn, debido a la creciente reducciòn en los ìndices de nacimiento entre los que hoy son adultos jòvenes (repito, en el centro de la repùblica unicamente), nos sentiremos pues, ante un panoràma terrible.
En mis ùltimos viajes me he encontrado con ideas diversas, claras y definitivamente pèsimas sobre lo que somos los capitalinos-como en todo, con todos, siempre me dicen que nada es definitivo ni una ley.
Muchos nos ven como ojetes, simplones, fijados, inseguros, agresivos, abusivos y poco èticos.
Muchos piensan que toda la escoria del paìs proviene de la capital, que todos somos entonces, un tipo de ratas humanas, delincuentes-neuròticos, tristes y con malos gustos. (Se me olvidò agregar que crecidos de ego tambièn).
Sin embargo, -tan solo cuando estoy de buen humor- defiendo a la capital como pocos puesto que una simple caminata en ciertas partes de ella me hacen recodar la fascinaciòn que sentì por primera vez al aventurarme a explorarla a pedazos.
En la ciudad, si uno se mete por las partes que debiera y no aquellas en las que la delincuencia crece, y en las que, definitivamente , la mayoria de nosotros crecimos nos podemos encontrar con un aroma a historia, con ambientes bohemios y paisajes bellìsimos en los que la calma se puede alcanzar.
Hoy les hablarè de la plaza de toros, una moda españolìsima que tomò con la mal denominada "charrerìa", toques mexicanos que explican la razòn del paìs para hacer suyas todas las situaciones imaginables adoptadas o infundidas por el destino.
Fuera de cualquier regla moral, ètica o hippie que pudiese entrar en discusiòn respecto a este tema (que no profundizarè en ellos), hablarè de las bases-no de la historia- de la tauromaquia, e intentarè acercar a todos los escepticos, un poco a la comprensiòn de esta tradiciòn (sin descartar que a mi tambièn se me blande el corazòn cuando veo tan abuso y salvajismo involucrado en faenas corridas, motivadas al circo màs sangriento y despiadado).
El arte taurino basa sobre todas las situaciones al desafio que se impone ante la vida propia; pone a prueba el valor de los toreros que salen en pro de demostrar la valentìa y la estètica, a arriesgar su propia vida y poner (como en aquellos famosos circos romanos) su vida en juego contra la de una bestia que tras ser provocada tiende a atacar y defenderse en medio del pànico que el pùblico le causa a defender su vida lastimosamente.
Detràs de la crìa de los toros encontramos la elecciòn de sementales y hembras de clase para que las crìas que daràn su vida en pro del espectàculo, para formar una galante pareja que procrearà a una bandada de toros de lidia que seràn tan solo parte de alguna de las casas de crìa especializadas en este arte.
Generalmente los toros no se dejan broncos, sin embargo hasta unas semanas antes de su corrida se les da una vida de reyes, con cuidados especiales y se les permite contener su bravura.
Se dice que quizà la añoranza de aquella vida de la que son despojados sin màs les da el coraje para embestir al precipicio en la que al final encuentran el sable del torero y su muerte definitiva.
El torero es criado para serlo, desde pequeño, cuando muestra aptitudes crece con la idea y el honor que refiere este arte y es entrenado por alguna escuela o torero retirado, para asì llegar a la fama si es que la merece algùn dìa, si es que la fortuna se lo permite.
Su vida no es muy distinta a la del toro; crece sabiendo que juega la vida, es como en un partido de soccer el eterno local, que si se descuida puede perder o echar a perder su vida por alguna herida que le impida seguir con esta pasiòn.
Al torero todavìa hace un tiempo se le veìa generalmente como un ìdolo que fomentaba todos los valores que el hombre de bien debìa considerar en su vida.
Por eso viste con el traje de lentejuelas, puesto que este representa en su aspecto el honor, la valentìa, la estètica y la luz que representa de entre los demàs hombres al exponer su vida para demostrar sus cualidades.
El estar tan cercano a los cuernos del toro, al tan solo tapar su pobre vista casi al momento del contacto con su propia humanidad, debe entonces, representar un reto y un suceso nada comùn; observas a la muerte de frente, es ella o tù la que al final de dìa darà su ùltimo respiro.
Generalmente las corridas de toros se hacen en la tarde o en mañana, para ser especìficos de entre las doce o tres de la tarde; se vive ese instante como quizà el ùltimo y la postura del traje es un ritual en el que el torero se encomienda a Dios, al destino y a su propia valentìa.
En las corridas generalmente se observan a personajes de actualidad en las primeras filas, el jerez en parvillo es la bebida de tradiciòn en medio de la corrida; comprende un jerez puro añejado en un cuero, lo que le da un sabor màs refrescante y ligero.
Tambièn es tradiciòn la cerveza que hasta los años 60 se tomaba al tiempo, ya despuès, gracias a las tècnicas de congelaciòn, se puede disfrutar en todo su esplendor frìa y en envases de cartòn.
En cuanto a la preparaciòn de esta, tomamos ingredientes base para su preparaciòn:
Agua.
Malta.
Lùpulo.
Levadura.

El agua se calienta junto con la malta, que suelta su cuerpo y sabor dulce, tras este paso, se separa el cereal del lìquido, que tiene ya un color claro y muy dulce.
Tras una segunda exposiciòn al calor, se agrega el lùpulo, cuya inorporaciòn a la receta se debe a los monjes de Escocia, que lo agregaron debido a sus cualidades de conservaciòn, y que, definitivamente fue una apuesta acertada, ya que el lùpulo contiene un grado de amargura que da el sabor definitivo a la cerveza.
Al final, se agrega la levadura en el lìquido, lo cual descompone las propiedades de la bebida y las transforma en alcohol, ademàs de brindarles la gasificaciòn necesaria,para que se pueda llamar entonces la bebida como tal: cerveza.
Al final se retira la levadura, misma que puede ser utilizada en futuras preparaciones y tras dejarla "bien muerta" se puede disfrutar en todo su esplendor.
"chic"

margot-remi@hotmail.com

martes, 26 de mayo de 2009

Poètica, subjetividad, incorporaciòn de los universales y bùsqueda de mi propia naturaleza a travès de las negativas de cuna.

¿Logran leer acaso el gran tìtulo de esta entrada?
¿Da fiaca verdad?
Bueno, sigo entonces en el tren de mis pèsimos tìtulos.

La poètica es parte de nuestras vidas,
existen palabras como: bonito, morado, sombras, cine, empalme, mar, silencio, burdeles, pena y clemencia que dan sentido a la vida.
Un minutero que camina como segundero, minutos que pasan como horas que sin darnos cuenta nos limitan a observar la cosas que no debieramos apreciar. En estado de hipersensibilidad, podemos saber a lo que sabe cada sonido que escuchamos y entonces podrìamos empalmar letras con nombres, onomatopeyas, sabores, colores, visiones, sensaciones en general, vista, tacto, gusto y miedo.
Miedo que se convierte en monotonia, como todo lo que algùn dìa nos asombrò y despuès se vuelve costumbre.
A muchos los sueños se les vuelven pesadillas -advierto- esto no va dirigido a suicidas ni a muertos vivientes que se observan en la orilla del mar pensando en lo que podrìan hacer si fuesen felices.
Hablar de infelices no me hace pensar en gente con certezas, muchos genios caminan por las calles presumiendo su rostros feos y sus olores rancios. Entonces en un mundo subjetivo los bonitos con un poquito menos de estupidez que los demàs son considerados geneticamente superiores. Nadie soporta el olor a humedad en un humano.
-dime la verdad-
-dime la verdad-
Se escucha en las miradas de mucha gente que camina en esas calles tambièn, ¿de quièn son ellos hijos?, ¿a quièn aman?
¿de donde viene su mala cara?, ¿còmo sobreviven cada noche? cuando esos minuteros que parecen cuentan horas hacen uso del miedo de todos.
Y despuès se mueren lento, lento, y reviven en segundos a presa de los minuteros que avanzan como centellas y poco lo dejan a uno soñar.
Pensando el otro dìa en que me alejo de mi naturaleza, encontrando mis primeros textos, en el mundo que contaban relatos de lugares que existieron en mi cabeza, tan solo por segundo recuerdo mi amor al surrealismo y mis primeros toques con el mismo, hechos con un èxito modesto,quizà algo mediocre y me leo hoy:
¿Me vale la pena ser comprendido, si divierto y me divierto, pero no me libero?
¿vale màs la pena ser incomprendido, si no divierto, me divierto y me libero?
Eso depende de mi señores, de mi y de Margot, que a ratos me regaña en la lìnea del ser o no ser, y me dice que odio a los hippies pero que me gusta la filosofia por eso: por filosa y poco fiable. Que me dice que soy igual pero menos filosofo y mas infalible, que las imàgenes de àrboles misteriosos en el paisaje no son obras de arte dependientes de Eolo que muestra su hiperrealismo como ensayo a lo visible a los que somos ciegos a lo mìtico.
Muchos se sientan frente a espejos y ven còmo envejecen, se concentran tanto, que envejecen en minutos un año o dos, aburridos lloran por la indiferencia del destino, lloran por las pausas o el tiempo indefinido, esos momentos que parecen suspendidos en lo inmòvil. Momentos de angustia que debajo de la cobija de una hermosa lluvia, se dicen cosas incomprensibles, se cantan amores acuosos, imposibles, se recuerdan sucesos tràgicos y se escuchan sonidos que no se pueden ubicar y se vuelven casi mìticos tambièn.
Algùn domingo en medio de la impasibilidad, escuchè a un niño llorar a lo lejos, fue completamente poètico, pues su llanto era de origen desconocido y parecìa venir del cielo. Un-algo que desconocìa lloraba por algo màs (desconocido tambièn) y ese llanto se lo podìa adjudicar a lo que yo quisiera: esa manzana mordida lloraba entonces por una estocada mortal dada por los labios de una jugosa mujer con vestido rojo: "el amor es un vestido rojo".
Tambièn regalè a mi sombra el llanto que venìa de los cielos, una sombra que llora por racismo y ruega a los cielos por vitiligo.
Una sombra blanca y no afroamericana.
Que se harta un dìa de su dueño, y viaja a buscar el amor ora de otra sombra, ora de una mujer de vestido rojo mientras su dueño se queda en un rincòn debajo de un chorro de agua tembando de frìo.
¿es el alma una sombra?
Jamàs sabremos para què sirve puesto que son de niños, nuestras mejores amigas, de adultos, esclavas africanas que jamàs son usadas ni amadas, jamàs son apreciadas y si se pudiera se venderian sin el menor remordimiento.
Las sombras son la poètica ignorada en todos.
La verdad es que dudamos de todo, de lo que hacemos en sitios que no deseamos y de lo que hacemos en esta vida.
¿debemos dudar de lo que hacemos aqui?
¿hacemos algo aqui?
Quizà el buscar significado a todo es tan solo una ilusiòn al gran vacìo que es la existencia de todos, no podemos procesar la idea de que desde que llegamos estamos muriendo y nos toca divertirnos o aburrirnos, o ser lo que podamos, en el mejor de los casos, que podamos para ser presas de los masones.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Nostalgias

Siempre me dieron miedo los lugares cerrados, los completamente obscuros y terribles, aquellos en los que lo más lejos que uno percibe es el largo de la nariz, llegas a pensar que en cualquier momento te darás un golpe en la nariz o caerás en un precipicio invisible para morir irremediablemente. Cada noche, desde que tengo uso de razón me enfrento a ello hasta que el sueño me vence, me veo atrapado en abismos, inmerso en la nada, en lugares completamente vacíos e inmensos.
Todas esas ideas obedecen -definitivamente- a la educación derrotista que recibí de parte de mis padres, siempre he creído que soy carne de esclavos y que moriré así. Esta mañana no fue la diferencia.
Recostado sobre la cama con la mirada impasible hacia el techo mientras pensaba en la vecina Milagros, escuchando el rechinar de su catre ya que ella estaba en ese momento en pleno acto amoroso con Luis: un desempleado astuto del 422 que se tramó con la melancólica Milagros recién abandonada por su pareja de años.
Odio los domingos que desde hace tres semanas me remiten a este momento de ocio: de un hueco en la barriga pesado mientras un haz de luz entra por la ventana y me deja ver las diminutas partículas de polvo que levantan mi despertar.
Es mi alma que se vuelve vieja y que nadie en años ha recogido para darle reposo.
Los niños del edificio adjunto que juegan en el patio desde temprano y ríen mientras hacen travesuras.
Treinta y siete años he pasado viendo cómo todos son protagonistas de su propia vida mientras en la penumbra hoy me masturbo pensando en la patética Milagros y el canalla de Luis.
A lo lejos suena el carro de las paletas con la bocina vieja y medio quebrada de Samuel el jovato nevero que abastece a los niños no castigados en época de calores.
El rechinar del catre vecino se detiene y me levanto de mi lecho de nostalgia a la que siempre me remiten los domingos lentos y calurosos. "Son días de guardar".
Más tarde, cuando comienza el partido de béisbol de la temporada mexicana, escucho los gritos de los niños que rompen un cristal, ausente del mundo, con una cerveza en la mano siento en carne viva el trueno que se desprende de su travesura. El vidrio quebrado atraviesa y pone mi pelos de punta, siento profundo el sonido atravesar mi cráneo y quizá por achaques de la edad comienzo a tener una jaqueca.
Sucio, apático y sudoroso, apago el televisor y me dispongo a tomar una ducha, las cervezas que me habían provocado un leve mareo.
Prendo la regadera y mientras se llena la tina me observo en el espejo, ahí estoy borroso, completamente opaco y amarillento, más borroso que ayer. Tomo los anteojos postrados en la jabonera grasosa y e los pongo para apreciarme a detalle:
Amarillentos, feos, con una curva casi nula y profundos, me veía como un sapo con ellos, y mis arrugas, y mis patas de gallo, los años que no pasan en vano, todos esos recuerdos, esa vejez y esa soledad plañidera que domingo tras domingo se había acentuado tras años de desgaste natural.
El simple roce de los años y del viento al igual que sucede a todas las montañas y creaciones magníficas, me había llegado definitivamente. Me vi como un fósil, como un vejete inútil con reumas leves, poca resistencia al alcohol e incapaz de satisfacer a una mujer desde hace años.
Solo.
Desnudo y escuálido, frente a un espejo enmohecido en un baño sucio, algo ebrio y por lo tanto, nostálgico por mi pasado.
Recordé mi vida entera en minutos, olí a Minerva, el amor de mi vida. Una chica retozante y simpática de costumbres casquivanas que fue vecina mía hasta los 15 años.
De curvas insensatas y faldas cortas que pasaron de ser traviesas en niñez a la causa de mis noches de insomnio en la adolescencia baja.
Recuerdo sobre todo cuando fue mía por primera vez: yo jugaba aún a la rayuela con mis amigos en la vecindad que albergó mis épocas más bellas, esa misma que cayó hace años por ser vieja como yo.
Me llamó pidiéndole ayuda en su buró con una sonrisa maliciosa:
"no puedo bajar mi listón Samuel"-
Y ahí fui como todo un presumido ante la vista incrédula de mis amigos: Rubén, Santiago y Fernando, hoy ya muertos todos. También estaban Miguel y Sabino, el último la vez más reciente que supe de él me enteré de que se encuentra muy enfermo en un loquero. Que come lo que se encuentra y muerde a quien se le acerca, dicen que por una picadura de un bicho raro que lo atacó hace siete años.
Y subí entonces al cuarto de Minerva, cada pasó me acercó a mi adultez, con el corazón a galope, hoy cada paso me acerca a la muerte.
Entonces suena la puerta de mi solitario cuarto:
Toctoctoc.
Y no pienso salir a abrir, hoy no, ni quiero que me jodan ni la tristeza de las viejas vecinas metiches que sienten lástima por mi estampa de solitario sin familia.
Se cansan de tocar tras un rato y retomo mis recuerdos mientras me sumerjo en la cálida tina.
Más cálida que nunca, cierro los ojos y veo dentro de mi cabeza a Minerva cerrando la puerta de la habitación.
Mirándome coqueta:
"No vas a encontrar un listón menso"- Me dice pícara.
Y me quedé mutis e inmóvil; la vi caminar hacía mí mientras mi corazón se aceleraba aún más. Estos recuerdos que hago casi soñándolos me alejan del abismo que veo desde niño cuando cierro los ojos.
Puso sus manos en mi cuello y dejó ir todo su peso contra mí, sentí su joven cuerpo sobre el mío ávido de pasión y exploración, entonces, tras jugueteos logré recibirla como hombre. Recuerdo sus bragas color violeta tiradas junto a mi cabeza mientras ella se movía encima de mi, me sonería y me enamoré. Así de fácil eran esos años, así de fácil venían las cosas y se iban. Ahora no me quedaba más, solo ver como todo se iba, se iba y se perdía en el tiempo para jamás volver, apreciaba y sabía que el pasado no tenía sentido, era una época de nostalgias y fantasmas que tenía poco sentido ya.
Me acuerdo de sus curvas pequeñitas, de sus pezones rosados y de su cara perversa. De su melena china y castaña que le cubría la cabeza como una corona con aroma a lavanda y de su lengua pequeña e inquieta en mi boca. De esas piernas cortitas y carnosas, de esa faldita que usó y después desusó esa tarde.
Del bendito listón.
Milagros me recuerda mucho a Minerva.
La puerta de mi cuarto comenzó a sonar nuevamente mientras yo descansaba plácido en la tina, el agua mágicamente no se enfriaba y tras pensarme entre sueños viejos comencé a llorar.
El baño de azulejos amarillentos, pequeñito con la taza de baño junto a la tina a no más de un metro, el moho en las comisuras del azulejo tipo Veneciano, el techo sucio, el foco que estaba dando sus últimas luces y en el lavabo estaban mis lentes esperándome volver. Tan solo para darme otra vista en el espejo enmohecido.
A lo lejos Don Simón un viejo ambiguo como yo pone una canción a todo volumen que inunda el edificio, las escaleras que parecen un camino a la nada en picada mientras Ibrahim Ferrer le canta a la vida su crueldad.
Yo entendía a ese viejo.
Recordé mis juegos de niño, la sopa de fideos de mi abuela de los Lunes: esos tazones humeantes de caldo de pollo con hierbas de olor y fideos rosados y suaves.
Mis regaños, los años que corrieron más rápido que yo mismo, el tiempo cruel que me comió.
La puerta sonó de nuevo y me sentí con ganas de pasar el resto de mi vida en la tina, como en un líquido amniótico para arrugarme enserio, para recordar todo lo que fui, para llorar con un niñito ante el abrazo del agua y mi desnudez.
Y el sueño me inunda.
Abro los ojos y la imagen es clara.
El agua está roja, bañada de mi sangre.
En la cabeza llevo una corona de vidrios incrustados sobre la calva, sin fuerzas muero en condiciones parecidas a las de mi nacimiento, ahí, detrás de mis pupilas veo el abismo al que siempre he temido irremediablemente.
En unos días saldré en nota roja con el titular:


"Viejo muerto y abandonado"



REmi

jueves, 30 de abril de 2009

Olvidos.

Estos días vivimos en pánico, no me quiero morir y de algún modo tengo la certeza de que no me voy a morir -puede que suene estúpido- pero siempre he creìdo que el dìa que me muera lo sabrè de inmediato. Tengo la idea de que desde que me despierte lo sabrè; como Borges -a sus medidas proporciones, para nada creo ser ni la punta del pie del maestro- que en su entrevista con Serrano dice casi al final:
"esta mañana sñe que me morìa".
Quizà yo no lo sueñe,quizà ni tenga pizca de idea un dìa o esa misma noche, pero cuando me llegue el momento lo sabrè (quizà porque para ese entonces llevarè mucho tiempo enfermo).
He recibido muchìsimos correos sobre lo que pasa con la influenza, sobre la cuestiòn del diputado del PAN y el cambio de la UNAM a escuela privada, de los intentos del gobierno para que UNAM e IPN pierdan capacidad, hasta he recibido correos que culpan a Obama de algùn modo del estado de emergencia en que vivimos. La verdad es que todas estas cosas me parecen aberraciones de activistas que debieran emplear su tiempo en -si es que en realidad desean cambiar el mundo- actuar y no intentar crear conciencia por medios que no hacen màs que lo que ellos dicen criticar del gobierno. Crear angustia y pànico masivo.
Yo suelo temer por cosas, suelo quedarme atònito con otras tantas, como por observar partìculas de polvo o decadentes rayos de Sol que se pierden a la orilla del horizonte, quiza el miedo y la admiraciòn no son muy diferentes pues ambas deja en nuestra mente el recuerdo.
Recuerdo que de chico solìa temer por la muerte de mis padres, (supongo a todos les pasa de vez en cuando y no solo de niños)los veìa y sabìa de algùn modo que cuando se murieran me iba a doler de sobre manera. Recordar las cosas que son intangibles o irreversibles ya, me remite inevitablemente a la escena en la que un perdido camina en el desierto moribundo pensando en un vaso de agua.
La diferencia es que acà no morimos, acà nos toca sobrevivir ante estocadas que no parecen tan dañinas y que solamente nos vuelven màs frios, quzà apàticos o en el caso de no ser frios ni apàticos terminamos siendo presas que sentimientos atormentadores y miedosos al futuro.
Tambièn pensè en mi futuro con esta contingencia, siempre hablo de mi pequeño restaurante y pensè que hubiera sido una tragedia que una contingencia asì me hubiese tirado a la basura mi sueño si es que yo depenciera en algùn momento de este.
Ahora sè que lo quiero pero que el mundo no es asì de fàcil-que-yo soy muy complicado tambièn pues debido a mi educaciòn no me gusta vivir apretado y ni con incomodidades.
No sè hoy si agradecer a mis padres o no por ello, actualmente trabajo màs de lo que creì soportar (y vaya que me quejo constantemente de que cada vez trabajo màs) solo que ahora no estoy cansado, ahora creo que todo està teniendo una razòn que quiero (en cada caso) ver materializada pronto.
Tambièn les cuento que reencontrè mi libro de "Pensativa" de Ibarguengoitia y cuando lo estuve hojeando recordè ese verano lluvioso en que mi hermano Marcel me lo dio. Cuando comencè a leerlo no pude màs que sonreir pues habìa definitivamente encontrado una joya invaluable. Tambièn tuve mi primer gran romance platònico con Pensativa: aquella mujer de rasgos y mirada frìa, con aroma nostàlgico y sentimientos melancòlicos hacia temas desconocidos.
Tambièn esto me trajo el recuerdo de Rosa Marìa, un romance de muy jovencito que tuve yo (quizà el màs largo de mi vida) que se parecìa justamente a Pensativa, imagen que me costò mucho trabajo eliminar de mi lista de incondicionales cuando se trataba de gustar de mujeres.
De Rosa puedo decir que fue la tìpica relaciòn adolescente en la que uno vive ideales y tonteras de juventud, es una chica amable -aùn, al menos eso supongo- de buenos sentimientos que se topò con el chico màs irresponsable y grosero que jamàs se pudo imaginar. Una relaciòn fuerte en la que la juventud fue el gran obstàculo.
Desenpolvando mis cosas en busca de librarme de enfermedades respiratorias tambièn encontrè mis primeros poemas. De los cuales, como regla del jamàs:
"jamàs se los enseñarè a nadie" y, como regla de los "a veces" supongo algùn dìa romperè la misma y puede que sea demasiado poco personal por lo que cederè a mostrar alguno en este blog a todos ustedes algún día.
De los recuerdos me vinieron otros entre tantos, que, aunque unos menos agradables que otros repito la frase que cada vez que me encuentro bien cito:
"jamàs vivirìa en el pasado, pues agradezco todo lo que se me da y se me quita, pero también quiero saber lo que me sigue en esta vida".

Les cuento de la misma forma que comí chocolate (muchos sabràn que es alimento prohibido para mì) y que no me dio migraña, pero me arrepiento muchìsimo de haberlo hecho puesto que desde hace tres dìas vivo con un miedo infernal a que en cualquier momento me de. Eso seguramente me provocarà migraña, màs aùn que el mismo chocolate.
Mis miedos me hacen aburrido, me lo dijo justamente hoy Camila en la mañana, tambièn Elsy me dijo que soy un aburrido ante mi falta de concentración para pláticas amenas de esas que tenemos muy seguido.
También unas horas antes Mafer me había llamado cara de libro por una plática que tuvo conmigo mientras yo leía un libro de cálculo integral.
Supongo entonces que soy un aburrido, pero adorable, un poco divino también.
Y no, no me importa lo que digan, soy egolatra y de vez en cuando reparto cortesia.
A lo que voy es que, este texto sin sentido al final les provocará antipatía conmigo y dirán:
Este bobo me ha hecho leer algo solamente para llamarse divino, pero también se que lo olvidarán algún día, como casi todos en la ciudad han olvidado esta triste e insípida época de miedo...
Iack