martes, 15 de febrero de 2011

El adiós a un maestro

El siguiente texto fue publicado también en el periódico "diario al momento", ese es mi antiguo trabajo y tengo una gran amistad con el actual director del mismo el señor Mario Andrés Campa Landeros que decidió publicarlo a pesar de que yo ya no estoy ahí como homenaje a nuestro recién fallecido amigo Fernando Gonzales Mora y podrá leerlo si gusta en el siguiente link:

http://diarioalmomento.com/index.php?option=com_content&task=view&id=10642&Itemid=90

Además le comparto lo que el señor Mario Andrés Campa me envió en mi correo:

HOLA. DIEGO.
GRACIAS POR COMPARTIRME TU PESAR POR LA MUERTE DE
NUESTRO GRAN AMIGO FERNANDO GONZALEZ MORA Y POR LA MENCION
QUE HACES DE MI PERSONA. ERES AGRADECIDO Y ESO TE COLOCA EN
UN LUGAR ESPECIAL.
SI DON FERNANDO HUBIERA LEIDO LO QUE ESCRIBISTE, CREEMELO QUE
SE HUBIERA SENTIDO, ES MAS CREO QUE AHORA SE SIENTE, MUY ORGULLOSO DE
TI. ASI COMO YO. HAS SUPERADO A LOS MAESTROS...
DIOS NOS COLOCO A LOS TRES EN UN SOLO CAMINO: EL PERIODISMO Y ES DESDE
DONDE ESTAMOS AHORA HERMANADOS.
GRACIAS NUEVAMENTE
SALUDOS CORDIALES
MARIO ANDRES CAMPA LANDEROS
TU AMIGO

P.D. PUBLIQUE TU SENTIDO ARTICULO EN NUESTRO PERIODICO
www.diarioalmomento.com
PERDONA EL ATREVIMIENTO
PERO EL MUNDO LO TIENE QUE SABER



Don Fernando Gonzales Mora era un periodista ejemplar, de esos de la vieja escuela que están en extinción, con vocación, astucia, inteligencia y descaro. Era un viejo con voz ronca, enojón, sonriente, sarcástico y dedicado. Siempre usaba gafas de aumento rosadas que me hacían imaginarlo en su época plena, allá por los setentas en los que todo era tan parecido y la gente era tan distinta. Fue la segunda persona en no solo brindarme una oportunidad dentro de las aras del periodismo, me dio su amistad y me acogió como su alumno principal, a lo que puedo decir que toda mi vida estaré profundamente agradecido.

Para muchos será extraño pensar que alguien diga que extrañará a su jefe del trabajo, que le hace triste su muerte y que no tiene más que buenos recuerdos de esa persona. La mayoría de los trabajadores odia a su patrón, ya sea porque es despectivo, odioso, maldoso, perezoso, desentendido o simplemente porque es su jefe y odia su empleo por lo que pensar en su muerte le sacaría una gran sonrisa; sin embargo este no es mi caso, puedo decir que ese gran hombre me enseñó con tal viveza que se ganó mi franca admiración. Si algo me entristece de gran forma sobre todas las cosas es el hecho de la forma en que me enteré de su muerte.
Y es que estos días no he estado para todo el mundo, la verdad que sí; me gusta encerrarme y olvidarme de que en este planeta somos tantos y a la vez tan poco, entonces a momentos deseo ignorar que tengo amigos y de que existo y estoy ahí sin ser yo y por eso guardo silencios. Casi un mes llevo en la ausencia de mi yo social y ayer entré a revisar mi página de facebook, entonces encontré un breve mensaje de mi amigo Sergio Muriel que me decía en no más que tres pares de palabras que Don Fernando había muerto.
Es gracioso pensar en que es la vida en la actualidad y las leyes y tradiciones que se han formado a lo largo de los años como lo son los servicios de perfiles sociales electrónicos. Sirven para conocer gente profesional, amistosa, románticamente, para estar en contacto con gente que quizá no está cerca y ahora, como es mi caso, para enterarte de que alguien no estará más ahí.
¿Qué se ha hecho mi vida que hoy me entero de que alguien murió por mi red social?
Cuando conocí a Don Fernando fue a través de otro gran maestro; el señor Mario Andrés Campa Landeros, otro gran periodista de esos que menciono que ya no existen más, ellos eran amigos quizá con un par de ideas distintas, pero siempre la misma vocación. De ellos aprendí que lo importante no es quien informa, es la noticia en sí, que la firma se gana, que las formas al momento de informar importan y que el periodista es un ser que nace, pero que nunca deja de hacerse. Aquellos hombres me enseñaron que en la vida real no existe tiempo para dar un vistazo a lo aprendido, lo aprendido se debe manejar con maestría y lo demás es improvisar sobre lo imprevisto, me enseñaron que el periodismo es otro tipo de literatura al que no todos se atreven a entrar porque es complicada pero siempre apasionante.
Don Fernando siempre me contó de sus épocas de periodista, cuando se inició y cuando ya estaba avanzado, me enseñó mañas y me dio carácter, me hizo sentir la verdadera naturaleza del periodismo y por ello jamás le olvidaré. De hecho le extrañaré.
Siempre me hizo sentir que yo tendría un gran futuro dentro de esta profesión, me mostró que yo era capaz y no solo eso, también me enseñó la ética del trabajo, me dio las bases para que, si algún día llegaba a ser lo que él creía lo hiciera del modo más correcto. Me habló de lo frecuente y de lo infrecuente, me mostró las situaciones dentro de oficina noticiosa, de eso que debía cuidarme y de lo importante que es para un periodista de verdad tomar decisiones correctas no por dinero ni fama, por profesionalismo.
Me enseñó a mirar críticamente los hechos que acontecían en el mundo de todos y en el mío propio, a bajar de pedestales a los ídolos y a los temidos y a mirarles de frente, a la par; me enseñó a distinguir entre periodistas que se ocupan de informar y de otros que se encargan de ser ellos mismos la noticia. De aquellos que se creen mesías y de otros cuantos que “bajita la mano” hacen el trabajo de informar real. Me abrió los ojos un sinfín de ocasiones sin creerse más que yo, por eso él era un verdadero jefe, jamás se sintió más que otros, en el oficio simplemente demostraba porque era el mismo y a los que sabíamos menos nos enseñaba sin faltarnos en ningún aspecto jamás.
De qué pasará conmigo en esta vida no lo sé, lo que sí puedo decir es que lo que bien sé es gracias a él, ojala muchos jóvenes que van para periodistas hubieran tenido la oportunidad de conocerle, seguramente aprenderían mil cosas, muchos se darían cuenta que van por un camino incierto pero apasionante, otros muchos se quedarían callados y sabrían que el periodista no está ahí para que lo escuchen; que está ahí para decir las cosas -que no es lo mismo- y que la comunicación no es fama y reconocimiento. En cambio, el verdadero periodista estará ahí, quizá en las sombras realizando su labor con entrega y oficio.
El verdadero periodista no está ahí en busca de reconocimientos, los obtiene por méritos reales, su labor es más entregada y detrás de bambalinas, tampoco es ese que sale en la televisión y en el radio y opina a destajo sin darse cuenta de que le están escuchando y que lo que dice quizá tenga peso. Es aquel que muchas veces se traga su pasión y dice las cosas que son le agraden o no. A menudo me enviaba sus artículos a mi correo y yo los leía con gusto y esmero, tratando de aprenderle en cada uno un poco más, me da nostalgia pensar que esto no sucederá otra vez, que el último correo que me envió fue efectivamente el postrimero.
Sin embargo me alegra saber que hace no más que un par de meses cuando leí una columna suya le escribí un breve correo en que le decía que era un maestro y que estaba de acuerdo con un par de cosas que mencionaba. Le dije que por eso mismo yo le consideraba mi mentor y le mandé un abrazo. Su respuesta fue breve y concisa respetando siempre su énfasis en no crecerse ni decrecerse ante las críticas:

“gracias Diego, te sigo leyendo y estamos en contacto. Que estés bien. Un abrazo”.

Hasta algún día Don Fernando.

margot-remi@hotmail.com