lunes, 25 de abril de 2011

Alma de flor.






Muchos hombres tenemos alma de flor, por eso cuando llega el otoño nos sentimos muertos por dentro.

http://www.youtube.com/watch?v=v_obPAPkFAA

Imagino que en la vida somos parecidos a las flores, vivimos y somos víctimas de lo que sucede y de lo que no.
Muchos esperan toda su vida a que pasen cosas, otros esperan a que dejen de suceder, a que todo se llegue en calma, como si fuera primavera, con brisas refrescantes y esporádicas iluminados por la tierna luz del sol.

Entonces quizá, las lágrimas sirven de algo más que para entristecerse. Alguna vez escribí en otro de mis blogs:

http://icaronohabla.blogspot.com/2010/11/para-que-sirve-llorar.html

¿Para qué sirve llorar?

Lloramos de alegría y de tristeza.
Nos ahogamos al final sin un sentido -sinsentido-.
¿Para qué sirve llorar?.
Para dormir bonito queridos lectores, el llanto tranquiliza nuestras mentes y alimenta a las plantitas con algo parecido al suero.
Si usted llora hágalo cerca de un árbol, así esas hojas, flores y quizá frutos que nazcan serán su medicina de alegría y/o tristeza.

Hoy agrego algo que no sabía en ese entonces sobre el alma.
A esos hombres con alma de flor las lágrimas les sirven para alimentarse, y quizá, si contamos a las flores nuestras penas, ellas podrán alimentarse solas, quizá algún día nosotros también.

Muchas veces las cosas ocurren de tajo, cuando alguien se va de pronto, sin esperarse con antelaciòn queda un vacìo, queda la certeza de que las cosas no debieron darse de ese modo.

Decía Borges que el olvido no existe, que siempre perdura y arde todo lo que perdemos, decir adiós no es fácil, y ese es el motivo de este texto querido lector. Muchos me decían que tener tres blogs era una exageración, los alimenté con devoción, cariño, con gusto. Sobre todo con necesidad.
Si usted algún día me ha leído, si lo ha hecho más de una vez, entenderá que lo que escribo es lo que siento, posiblemente usted mismo entienda a los hombres con alma de tinta, que se viven de las letras, que conviven con las letras.

Estos últimos días han sido extraños, impactantes, duros y determinantes, tan solo le cuento que varias cosas han cambiado en su humilde servidor que tuvo que dar un adiós que lo dejó con un sabor amargo.
Espero que usted comprenda por vivencias propias a lo que me refiero cuando hablo de los momentos maravillosos. Es dificil edificar las cosas, no así destruirlas, el decir adiós es un modo distinto de destruir, y yo, tengo pasión creadora, no destructora.

Algunas veces, apresurarse a tomar desiciones no es lo correcto, entonces el recuerdo de esos momentos maravillosos es una losa pesada que se carga a costa de la paz y tranquilidad que todos buscamos, di un adiós que me dejó con la sensación de abandono, de desesperanza e inquieto.

Quisiera decir muchas cosas que no haré por respeto a alguien, sé que algún día me leerá y deseará dejar de hacerlo, solo le pido que entienda que el enojo no es un buen acompañante para tomar desiciones correctas. Del pasado me quedo con lo mejor, lo malo lo olvido, lo perdono y pido perdón.

Quizá te dije cosas que te lastimaron, no han sido ciertas, eres y serás grande, personas como esas que comienzan su vida como lectores de uno, no puedo más que agradecerles. A esa persona no solo le agradezco eso, le agradezco compartirme y enseñarme a compartir la vida, quisiera decir muchas cosas innecesarias, el pasado no se borra. Pero siempre nos queda lo que podemos hacer con su sombra.

De las cosas buenas y malas nos quedamos con lo que queremos, y no siempre queremos quedarnos con lo mejor, de las tragedias, todas y cada una de ellas las agradezco porque me hacen aprender.
No sé que pasará en días, semanas, meses, pero al igual que con aquellos ídolos que tengo del periodismo que el destino me permitió conocer, te digo a ti que si en realidad ese amargo adiós fue tajante, sé que siempre estaremos hermanados de una u otra forma, sé que creceremos y lucharemos cada día por cumplir nuestros sueños.

Nadie nos ha conocido tanto como lo hicimos nosotros dos, y esa unión, aunque en momentos turbios duele, no me crea arrepentimiento. Me da confianza en saber que las cosas bellas de la vida existen y que tú eres una de ellas.

Me ayudaste a creer en mí, me hiciste saber que si existía un humano en mi interior y me volviste cálido. De lo que pasó solo nosotros sabremos bien qué ocurrió, y si la vida en realidad quiere que nos despidamos, espero que este sabor amargo que tengo de acabar las cosas con silencio se disipe pronto al saber que estás bien.

Yo prefiero guardar silencio, no por desatención, lo hago por respeto a las cosas bellas, detrás de tu cámara y de tus letras tienes magia, jamás la pierdas, esa belleza, ilusión y alegría son la ambrosía de la flor que eres.

No te tires, no dejes que la flor se marchite, tu también tienes alma de flor, con eso me quedo, cuidate y ojala se de la oportunidad de platicar en calma. No por nada cada persona en el mundo busca tener calma de vez en cuando.

http://www.youtube.com/watch?v=ihiKoTXHQ8U&feature=fvst


A usted, querido lector, le debo más que su atenta lectura, le agradezco ser mi acompañante entrañable, indiscutible y constante. A usted le agradezco ayudarme a saber que no estoy solo.


http://www.youtube.com/watch?v=oHTFmJk7fH0

jueves, 14 de abril de 2011

La mirada perdida de mi padre.

Quizá con el calor sus neuronas se derretían como la miel.
La mañana que mi padre murió, ocurrió un día hermoso, se levantó y se observó en el espejo.
Ese día todos sabíamos que su fin estaba cerca, dos días atrás apenas había tomado agua, su rostro estaba escuálido, demacrado, cadavérico.
Se despertó y sin decirnos adiós, se despidió de la mejor forma forma posible: frente al espejo observó con atención, sus ojos estaban opacos, quizá guardó esos meses fuerzas para llegar a ese momento de culminación: tocó su rostro, sintió todos esos caminos que el tiempo, la vida y el tiempo en la vida le hicieron a su cuerpo, a su rostro.
Me observó a mí y a todos los que estábamos ahí y dijo:

-Vaya que me veo jodido-

Sonrió y se acostó dificultosamente en su cama de nueva cuenta.
Le acerqué, agua, comida y dulces, rechazó todo: "no me duele nada" nos dijo y se reposó para morir.

Diego Christian Pérez Morales.
margot-remi@hotmail.com