miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tic Tac

Un cigarrillo que se disfruta y apesta mi cuarto a las dos de la tarde cuando nadie está en casa.
Iba justo al trabajo, algo me detuvo y no fue pereza; era muy temprano y fui el último en salir, el café se quedó a media taza, el pan con el cuchillo en la tabla sin cortar y sin mantequilla, la mantequilla en el fregadero derritiéndose. El sol entra con miedo por la ventana justo hacia la mantequilla.
Como el caso de Icaro y sus alas de cera y plumas.
Una toronja con muchos gajos aún vivos y retozantes en jugo ácido, el periódico de ayer que aún no concluyo en la página de horóscopos, mi compañera de oficina me ha convencido de la importancia que estos tienen en la vida:
“No me vas a creer, pero me dijo el día que iba a conocer a mi novio.”
Y yo acá de soltero pensando en si yo tengo a alguien hasta que la radio dice la hora y tiro al suelo el tenedor con el bocado de papaya que estaba a punto de comer.
Tenía miel y granola, mi gato está oliéndolo ahora mismo.
Cuando llego a la avenida sé que es tarde, prometí a mi casera, aunque igual no le importa más que yo le pague que esta vez mi trabajo sería duradero.
Veo el tráfico, escucho las mentadas de madre, a gente en la acera corriendo, al sol que sale tibio y mi estómago ruge.
Camiones tocando sus poderosos claxon, los grita extras, las filas interminables de tráfico y el metro que trae en conserva a hombres sardina. Con cara de cárcel todos.
A una chica que me gusta, que nunca vi antes, que jamás volveré a ver.
Trae un largo y fino cuello, justo lo que uno quisiera morder toda una tarde como carnaza de perro hambriento, una clavícula que se hunde y parece la perfecta copa de whisky. Me dan ganas de revivir en ella mi alcoholismo y sueños, está lejos pero percibo su aroma desde aquí.
Huele al momento de paz de una mañana decembrina mirando el cielo perezosamente cuando este está azul amanecer, los dos recostados sudando con los vidrios empañados mientras la abrazo y juego con mis dedos en las entradas de su clavícula.
Mientras ella duerme plácida y desnuda sobre mí, siento su respiración en mi pecho y perezosamente me besa para solo seguir durmiendo. Suena el reloj y lo escucho como hace mucho no.
Me llega entonces su aroma de pelo, su aroma interno que es el rebote de su respiración, mi mirada está clavada en su clavícula, y cuando vuelvo de ese sueño me esta mirando, con sus ojos grandes y opacos. Dice mi nombre, y me besa la boca, con sus labios en los míos dice mi nombre.
Veo de cerca sus ojos que me ven, no me veo en ellos; veo su sonrisa, sus labios gruesos, rosados, su lengua, suspiro y me llega por completo su aroma fusionado con el mío.
Pero no sé que decía mi horóscopo hoy.
Y se va entre toda la gente con su cara bella y su cuerpo, y su clavícula.
Se ahoga en el río de rostros, y gente, y angustia, de desesperación y miedo.
Y recuerdo mi taza de café frío que estará ahí cuando vuelva hoy en la noche, la mantequilla y mi cama destendida; la llave goteando.
El periódico haciéndose más viejo.
Y más tarde y más brillante.
Y a la comida en la tarde con los compañeros de oficina que bromean y dicen mil pendejadas mientras yo les sonrío para no comer solo.
Como mañana que es sábado y levantaría la mantequilla, pisaría el tenedor descalzo y mentaría madres, todo el día descalzo pues nadie me cura.
Solo el pinche gato que está pelechando y me llena de pelos la garganta.
Y tomaré el teléfono para ir al cumpleaños de la recepcionista que me busca la cara a cada rato. Y estaré ahí sonriéndole a todos aunque los odio con todo mí ser.
Me dará asco esa mujer y me iré caminando solo hasta donde no pueda cojeando.
Y el café seguirá ahí.
Y la clavícula ahí en mi mente.
Y su cabello largo, su ombligo, sus ojos, sus labios.
Su aroma.
Por eso sentí pánico y no fui a trabajar, para sentarme en mi sillón y fumarme un cigarrillo, calentar esa taza de café y tomármelo lentamente mientras veo el mismo cielo que ambos estaríamos viendo justo ahora, y en diciembre, mientras me llega su aroma y la veo espléndida.
Beso su clavícula.
Y veo sus ojos, no me veo en ella.
Un buen cigarro y mi café que se acabó.
No fui trabajar, hace mucho que no estaba en casa a esta hora, que hoy me parece un magnifico día, hace mucho no escuchaba el reloj, puede no ser tan terrible si uno lo escucha bien y en paz.
Aunque no beba de esa clavícula...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

& tú que en alguna vida
me despreciaste un cigarro,
lo pediste & te negaste después.

eres mi repostero favorito n_n
aunque nunca he probado
no me importa, pero shhh.

REmi dijo...

jajaja
los si/no son lo mejor
que no?

Anónimo dijo...

me muero D:
bueno no
pero me gusta leer
& releer ésta "entrada" ;D

REmi dijo...

tic tac.
todo se puede releer.
la cosa Dabi acà trata què pasa cada que uno "relee".
¿es lo mismo?
¿pierde encanto?
¿gana màs?
¿aùn escuchas el tic tac?