lunes, 17 de noviembre de 2008

Luna

Tan lejos la veo de aquí: “allá adonde nadie puede verla, adonde somos nadie, quizá menos que eso”. Esperando oportunidades que jamás llegan, puede que ni siquiera es una oportunidad lo que esperamos. Puede que sea un poco menos que eso.
Siendo tentada por el sexo de la mar, la Luna se acerca y se mira inocente en la gran masa de líquido con su brillo erótico que promete un placer cálido, una mirada frívola. Hasta que la mar la toma y la hace suya.
Fornican y fornican, la mañana llega cuando la vanidosa brillante se muere ella misma de placer. Hasta que la espuma de mar baja y se diluye: parece por un instante que nunca existió, pasa el tiempo lento o rápido, nadie lo ve pasar; va con tanta prisa siempre. Es tan veloz que antes de verlo siquiera uno se ha ido muy lejos ya.
Hasta que ya no hay más de ella ni de alguna huella que en la playa se quedó plasmada y es devorada por el ego de Poseidón. Esa Luna que acaricia las zonas blandas de la mar toda la noche y la pone erecta, lista para hacer lo que no se dice en las iglesias.
El nunca y el jamás.- Tienen ambos mucha razón de ser: nunca-jamás-nadie sabe como utilizarlas, nunca sabe nadie la severidad de las mismas, jamás se interesará nadie por las mismas. Yo las miro desde lejos, a esas dos haciendo su acto en la oscuridad; pensando ambas que las oculta el constante miedo que casi todos los mamíferos tenemos a la noche, haciendo su acto en pleno mundo sin el menor pudor. Siento yo envidia de ellas.
Puede que las odio un poco también.
Miro diminuto aquello en lo que mis sentimientos se involucran, se sienten completamente abrumados; el olor de ese acto amoroso no es desagradable, son diosas temebundas explorando sus más ínfimos deseos.
¿Con cuántos penes la más insaciable será saciada?
¿Cuántos corazones el patán macho deberá romper para acabar con sus inseguridades?
¿Cuándo tiempo nunca-nadie-jamás sabrá siquiera que yo vengo a esta costa cuando no puedo más a ser el móvil de un acto vouyerista de celos, envidia y furia?
Ni ellas que las tengo aquí enfrente de mí lo saben y no se afligen por ello lo más mínimo, puede que disfruten que las vea. En el peor de los casos jamás me han visto.
Ni me presienten al igual que yo no lo hago en las noches, no me escucho respirar, ni hablar, ni pestañear, ni pensar. Sin sentir.
Solo vienen lágrimas que patéticas me ponen a dormir en una calma absurda y jocosa. Ese es mi modo de ser parte de su acto erótico.
“Soy nadie”.
Envidia-celos-enojo.
Miro el universo, ese que cobija la enorme cama en la que ambas quizá conciben algo que yo no entenderé, ahí adonde dicen que los que hablan humano fueron idealizados algún día hasta hoy que son realidad. No veo ni su inicio ni su fin, esa enorme imagen mía en la orilla del risco se me hace un tanto absurda y temerosa. No veo adonde termino yo, adonde empieza la mar, adonde la Tierra y adonde sigue el universo.
No me importa saber quién soy, pues me daría miedo saberlo.
El universo es enorme, nosotros diminutos buscando un instante, posiblemente me sería bueno dejarme de esto y hacer lo que vine a hacer.
Pensar para el humano se volvió un acto-ocio.
¿En qué piensa desde hace tanto?
Mi madre, mi padre, todos aquellos que conocí pero no, al mismo tiempo están, dicen: “en el corazón de uno”.
Y recuerdo que hace una semana vine del “jamás-al-por que”, de esos mismos a la nada y de la nada llegué aquí caminando sin rumbo fijo hasta caer en el risco en la noche cuando no pude más. Pareciendo vagabundo.
Y es que podría contar mil historias que serían ciertas hasta que yo mismo dijera o hiciera ver que son lo contrario.
Historias como:
“Si, llegué aquí por abducción extraterrestre”
O “Un huracán me trajo aquí” – que no sería del todo una mentira: un huracán de acontecimientos que yo no pude controlar.
Así son todos los sucesos, además, no me gustaría ser comparado con el cuento de Dorothy y el mago de Oz. Odio esa historia.
“Estuve en un picadero siendo deseado por mil mujeres (ojala sea mentira) que me deseaban comer todas con sus entre piernas. Mientras, yo navegaba en un mar de aire denso muy distinto a este que veo hoy frente a mí”.
“Vi a un amigo que un día planeó embriagar y violar a la que hoy que lo reencuentro es su novia. Me ve con temor, pero igual no me importaba”.
Solo sé que hace un tiempo siento que algo viene.
Y por algún motivo terminé aquí.
Viendo el mundo avanzar sin control, esperando a que “el tiempo” llegue a la cita, que algo se termine o comience, que se vaya la calma rota por estas olas imperiosas y pasionales.
Que mis recuerdos vengan de la nada, que vuelvan como se fueron; que quizá alguna lágrima se mueva lenta por mis mejillas y termine en mi ombligo sucio y sudoroso. Que sienta el frío por esa diminuta línea de la brisa del mar y que mis ojos se conjuguen con el universo que me mira como el gran ojo de los dioses.
Que mi respiración ante la inmensidad del poético infinito no se detenga.
El recuerdo, el olvido y los sedantes que quizá tomé hace poco se terminan.
Ya sé a qué vine.
Recuerdo lo que hago aquí. Que me coma la mar, que me lleve la Luna.
Soy hijo de la Luna.
Y sin alas embisto al precipicio hasta que como un pequeño punto me pierdo en la mar…






(Los puntos suspensivos solo se usan si uno sabe qué va después)


REmi

6 comentarios:

s. s. dijo...

[comentario a partir de un comentario de mí hacia mí: leí, casi olvido todo al momento de leer el paréntesis final, me sentí aludida y me dije: me extralimito con los puntos suspensivos, con los paréntesis y con las comas, soy una amante de las ausencias y las pausas... ¿amante?: las uso obscenamente.
Luego, en un acto-reflejo, ante mi auto-alusión, noté que en vuestro uso del acento y del subjuntivo, hay omisiones (las cuales había ya levemente señalado)]

remito saludos.

s. s. dijo...

por cierto, no he recibido respuesta respecto a la interlocución (dejé el comentario pensando que existe tal diálogo).

REmi dijo...

si.
supongo entonces que no soy tan buen interlocutor

que mal
justo recién había alardeado de ser uno bueno y dos minutos después me descalifico como tal.
así es la vida
que mal...

REmi dijo...

bueno, quizá si es muy discutible lo del paréntesis.
Aunque yo creo que es cierto.
Al menos en mi caso.

Anónimo dijo...

las iglesias son odiosas por eso
no plativan nada rico,
más que al final
cuando dice
que todos esperaremos ansiosos la venida del señor...
pero no todos lo comprenden D:

"¿Cuántos corazones el patán macho deberá romper para acabar con sus inseguridades?"
ésto debe ser escrito en grande.
me sirvió de mucho...
es que el PUTO amor
se quedo sólo con el titulo de PUTO
no llegó a más u_u'
no el amor no, él si.

REmi dijo...

Eso de las iglesias me preocupa desde siempre; me han dicho de este escrito, el cual tiene sus orìgenes en asturias (la ida màs reciente) que eso de las iglesias hace que se pierda el ritmo de lectura.
yo pienso que este ritmo se rompe por el hecho de que todos estamos perdidos a veces, y que la palabra iglesianos devuelve a los pudores y a nuestros sentimientos de culpa.
Esos con los que todos fuimos criados.
¿Que soy?
¿què dicen que soy?
esas dos preguntas estàn muy relacionadas en muchas personas.
A lo mejor deberìamos dejar de ocuparnos de eso.
Esa es la naturaleza humana.
eso hablamos todos y sentimos todos, todos padecemos, todos hacemos.
Es la justicia de la vida injusta.
Quizà el lio que tienes dabi es darla el pote de amor y de puto a una persona en especìfico.
Eso no funciona jamàs.
gracias por leerme