Me encontraba tirado en la cama, eran las dos de la tarde del sábado y aún no me movía ni un pelo, por eso cuando desperté me sentí más cansado que nunca.
Dormir y hacer que parezca que estas muerto no es complicado si lo que ves con los ojos abiertos no me interesa del todo.
Decídete joder-pensaba mientras sentía como mis ojos se abrían lentamente y recibían de golpe la luz que entraba por el ventanal.
Algo me decía que esta vez me había equivocado.
La tarde estaba callada, parecía el único hombre en todo el planeta, cuando me di cuenta de esto me sentí abrumado. Quizá si era el único hombre de todo el planeta.
Entonces asustado me levanté y me dirigí a la ventana:
¡No vayas! Me decía mi conciencia.-No soportarás darte cuenta que estás solo.
Pero mi morbo me decía que abriera, me empuja a menudo contra mi voluntad.
Entonces fui a la ventana, acerqué mi mano con cautela y moví el pedazo enmohecido de tela expectante siempre a la terrible realidad.
Una profunda tristeza me inundó…
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