Me vi en el espejo esta mañana.
Ahí, ese de ahí un día no fui yo.
Ese que soy no sé si soy yo.
Hace poco hablé con Parie,la Camila que me conoce de niño: ¿te acuerdas cuando cerrabas los ojos y dormías despierto Ike?
Si me acuerdo, pero ya no sé cómo lo hacía.
¿Te acuerdas cuando comíamos uvas negras con sabor a vinito en medio del frío que mataba a la fruta?, ¿Cuando el frío nos quemaba las manos?
¿Te acuerdas de la boca con humo (palabras que se hacían visibles)?
¿Et des papillons en volant sur nos têtes qu'il semblait ils fabriquaient l'hiver?
Avui neva...
Si, me acuerdo de las clases para comer una pera o una manzana.
Roja como los ojos de Garcín cuando les daba el Sol de lleno.
¿Las pommas?
Si.
Il te plaisait te cacher, ¿tu t'as perdu en réalité?
No, pero cierro los ojos fuerte para aparecer donde se me pega la gana.
Algún día nos vamos a morir. ¿Quién se va a ir primero Ike?
Il se va à aller, il se fera vent celui qui dise le monsieur qu'il manie les comptes et les phares du temps premier. Ne tu ni je.
Yo sé muy poco de la vida.
¿Qué es la vida?
La vida somos todos los que creemos en ella como algo necesario.
La vida eres tú y la escultura.
La vida soy yo y mis letras. Que al final son letras de todos.
La vie est un espace en blanc en attendant avoir quelque chose écrit en elle...
REmi
ikedelaspalabras.blogspot.com
miércoles, 25 de noviembre de 2009
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Le soleil est pres de moi
Jean No tiene nada más qué hacer.
Se sienta viejo y sucio, se siente cómodo.
Desde joven me han enseñado a confiar en mi. ¿Qué es uno?, ¿Quién es uno?
Que cambia sin hacerse más bello como las orugas; que se hace viejo, malvado y apático.
Jean Piag Está tirado bajo el Sol-¿has visto cómo los ojos de los viejos tienen una opacidad nostálgica?- es que se están muriendo.
Y él está tirado en posición fetal. Sin cabello, lleno de polvo en el corazón.
Llenos de tierra sus pies.
En silencio busca a Dios en el cielo. Para eso son la iglesias -dice su conciencia-
pero no, Dios está en el cielo, no en las iglesias.
En los últimos días esta tierra se está secando.
Al igual que los ojos de Jean Piag Soulé.
Un viento helado cubre su rostro quemado por un Sol invernal.
Y mira al cielo. No quiere ni pensar de dónde viene.
No quiere ir a ningún sitio.
¿dónde nació Dios si nosotros lo creamos?
Casi escuha Jean Piag el sonar de las campanas de la iglesia. Se toca su blanquecina barba y saborea el cielo.
Suspira profundo.
De pronto nadie ve a Jean.
Se va.
Casi escucha el sonar de las campanas.
Desde joven aprendí a no confiar en nadie
¿Soy alguien?
El Sol detrás de él.
ikedelaspalabras.blogspot.com
Se sienta viejo y sucio, se siente cómodo.
Desde joven me han enseñado a confiar en mi. ¿Qué es uno?, ¿Quién es uno?
Que cambia sin hacerse más bello como las orugas; que se hace viejo, malvado y apático.
Jean Piag Está tirado bajo el Sol-¿has visto cómo los ojos de los viejos tienen una opacidad nostálgica?- es que se están muriendo.
Y él está tirado en posición fetal. Sin cabello, lleno de polvo en el corazón.
Llenos de tierra sus pies.
En silencio busca a Dios en el cielo. Para eso son la iglesias -dice su conciencia-
pero no, Dios está en el cielo, no en las iglesias.
En los últimos días esta tierra se está secando.
Al igual que los ojos de Jean Piag Soulé.
Un viento helado cubre su rostro quemado por un Sol invernal.
Y mira al cielo. No quiere ni pensar de dónde viene.
No quiere ir a ningún sitio.
¿dónde nació Dios si nosotros lo creamos?
Casi escuha Jean Piag el sonar de las campanas de la iglesia. Se toca su blanquecina barba y saborea el cielo.
Suspira profundo.
De pronto nadie ve a Jean.
Se va.
Casi escucha el sonar de las campanas.
Desde joven aprendí a no confiar en nadie
¿Soy alguien?
El Sol detrás de él.
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miércoles, 11 de noviembre de 2009
El abuelito se hizo un fantasma.
Todos vestidos de negro, solemnes, con caras largas y maquillajes sobrios, la muerte en una esquina observando su trabajo.
Silencio de tumba del tío Roberto antes de que su cuerpo se quedara en una siquiera.
Un velorio solemne en el que llantos, gritos, dormidos, insomnes, melancólicos, ebrios y tristes insípidos asisten con sus mejores trapos de despedida.
La lluvia parece una cortina de seda helada sobre el asfalto negro y brillante como obsidiana.
Veo a mi abuelo a través del vidrio del féretro:
Luce incómodo.
Luce enojado.
Si, parece que está muerto.
Había pensado seriamente hacerle compañía.
Mi padre solía pelear con él todo el tiempo ahora llora por su muerte y se me acerca para decirme lo grandioso que fue, yo lo sé pero no creo que mi padre lo diga.
Lo veo y como si fuera mi propia muerte veo pasar mi vida en el reflejo del ataúd que contiene a su cuerpo extinguido; por toda la reluciente madera lo veo ser quién jamás quiso ser, lo veo ser quien yo amé que fuera.
La lluvia no cesa, parece que todo el mundo le llora al viejo.
Todos menos yo que al parecer no asimilo la idea de que esta ocasión no se levantará a corrernos por ensuciar su sala con tabaco y células muertas.
Mi tía me mira con los ojos brillantes como concreto helado y detrás de la mesa la muerte devora mi sombra.
Tictactictactictactictac.
Y en el cambio de la hora el reloj no suena.
Un silencio de tumba impera cuando todos se dan cuenta que el reloj de cien años hoy mismo a detenido su andar.
Un frío terrible recorre mi cuerpo y la lluvia cesa.
El gato se eriza. Todos sabemos que al fin el abuelito se ha ido de casa…
REmi-Ike
Silencio de tumba del tío Roberto antes de que su cuerpo se quedara en una siquiera.
Un velorio solemne en el que llantos, gritos, dormidos, insomnes, melancólicos, ebrios y tristes insípidos asisten con sus mejores trapos de despedida.
La lluvia parece una cortina de seda helada sobre el asfalto negro y brillante como obsidiana.
Veo a mi abuelo a través del vidrio del féretro:
Luce incómodo.
Luce enojado.
Si, parece que está muerto.
Había pensado seriamente hacerle compañía.
Mi padre solía pelear con él todo el tiempo ahora llora por su muerte y se me acerca para decirme lo grandioso que fue, yo lo sé pero no creo que mi padre lo diga.
Lo veo y como si fuera mi propia muerte veo pasar mi vida en el reflejo del ataúd que contiene a su cuerpo extinguido; por toda la reluciente madera lo veo ser quién jamás quiso ser, lo veo ser quien yo amé que fuera.
La lluvia no cesa, parece que todo el mundo le llora al viejo.
Todos menos yo que al parecer no asimilo la idea de que esta ocasión no se levantará a corrernos por ensuciar su sala con tabaco y células muertas.
Mi tía me mira con los ojos brillantes como concreto helado y detrás de la mesa la muerte devora mi sombra.
Tictactictactictactictac.
Y en el cambio de la hora el reloj no suena.
Un silencio de tumba impera cuando todos se dan cuenta que el reloj de cien años hoy mismo a detenido su andar.
Un frío terrible recorre mi cuerpo y la lluvia cesa.
El gato se eriza. Todos sabemos que al fin el abuelito se ha ido de casa…
REmi-Ike
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