martes, 26 de mayo de 2009

Poètica, subjetividad, incorporaciòn de los universales y bùsqueda de mi propia naturaleza a travès de las negativas de cuna.

¿Logran leer acaso el gran tìtulo de esta entrada?
¿Da fiaca verdad?
Bueno, sigo entonces en el tren de mis pèsimos tìtulos.

La poètica es parte de nuestras vidas,
existen palabras como: bonito, morado, sombras, cine, empalme, mar, silencio, burdeles, pena y clemencia que dan sentido a la vida.
Un minutero que camina como segundero, minutos que pasan como horas que sin darnos cuenta nos limitan a observar la cosas que no debieramos apreciar. En estado de hipersensibilidad, podemos saber a lo que sabe cada sonido que escuchamos y entonces podrìamos empalmar letras con nombres, onomatopeyas, sabores, colores, visiones, sensaciones en general, vista, tacto, gusto y miedo.
Miedo que se convierte en monotonia, como todo lo que algùn dìa nos asombrò y despuès se vuelve costumbre.
A muchos los sueños se les vuelven pesadillas -advierto- esto no va dirigido a suicidas ni a muertos vivientes que se observan en la orilla del mar pensando en lo que podrìan hacer si fuesen felices.
Hablar de infelices no me hace pensar en gente con certezas, muchos genios caminan por las calles presumiendo su rostros feos y sus olores rancios. Entonces en un mundo subjetivo los bonitos con un poquito menos de estupidez que los demàs son considerados geneticamente superiores. Nadie soporta el olor a humedad en un humano.
-dime la verdad-
-dime la verdad-
Se escucha en las miradas de mucha gente que camina en esas calles tambièn, ¿de quièn son ellos hijos?, ¿a quièn aman?
¿de donde viene su mala cara?, ¿còmo sobreviven cada noche? cuando esos minuteros que parecen cuentan horas hacen uso del miedo de todos.
Y despuès se mueren lento, lento, y reviven en segundos a presa de los minuteros que avanzan como centellas y poco lo dejan a uno soñar.
Pensando el otro dìa en que me alejo de mi naturaleza, encontrando mis primeros textos, en el mundo que contaban relatos de lugares que existieron en mi cabeza, tan solo por segundo recuerdo mi amor al surrealismo y mis primeros toques con el mismo, hechos con un èxito modesto,quizà algo mediocre y me leo hoy:
¿Me vale la pena ser comprendido, si divierto y me divierto, pero no me libero?
¿vale màs la pena ser incomprendido, si no divierto, me divierto y me libero?
Eso depende de mi señores, de mi y de Margot, que a ratos me regaña en la lìnea del ser o no ser, y me dice que odio a los hippies pero que me gusta la filosofia por eso: por filosa y poco fiable. Que me dice que soy igual pero menos filosofo y mas infalible, que las imàgenes de àrboles misteriosos en el paisaje no son obras de arte dependientes de Eolo que muestra su hiperrealismo como ensayo a lo visible a los que somos ciegos a lo mìtico.
Muchos se sientan frente a espejos y ven còmo envejecen, se concentran tanto, que envejecen en minutos un año o dos, aburridos lloran por la indiferencia del destino, lloran por las pausas o el tiempo indefinido, esos momentos que parecen suspendidos en lo inmòvil. Momentos de angustia que debajo de la cobija de una hermosa lluvia, se dicen cosas incomprensibles, se cantan amores acuosos, imposibles, se recuerdan sucesos tràgicos y se escuchan sonidos que no se pueden ubicar y se vuelven casi mìticos tambièn.
Algùn domingo en medio de la impasibilidad, escuchè a un niño llorar a lo lejos, fue completamente poètico, pues su llanto era de origen desconocido y parecìa venir del cielo. Un-algo que desconocìa lloraba por algo màs (desconocido tambièn) y ese llanto se lo podìa adjudicar a lo que yo quisiera: esa manzana mordida lloraba entonces por una estocada mortal dada por los labios de una jugosa mujer con vestido rojo: "el amor es un vestido rojo".
Tambièn regalè a mi sombra el llanto que venìa de los cielos, una sombra que llora por racismo y ruega a los cielos por vitiligo.
Una sombra blanca y no afroamericana.
Que se harta un dìa de su dueño, y viaja a buscar el amor ora de otra sombra, ora de una mujer de vestido rojo mientras su dueño se queda en un rincòn debajo de un chorro de agua tembando de frìo.
¿es el alma una sombra?
Jamàs sabremos para què sirve puesto que son de niños, nuestras mejores amigas, de adultos, esclavas africanas que jamàs son usadas ni amadas, jamàs son apreciadas y si se pudiera se venderian sin el menor remordimiento.
Las sombras son la poètica ignorada en todos.
La verdad es que dudamos de todo, de lo que hacemos en sitios que no deseamos y de lo que hacemos en esta vida.
¿debemos dudar de lo que hacemos aqui?
¿hacemos algo aqui?
Quizà el buscar significado a todo es tan solo una ilusiòn al gran vacìo que es la existencia de todos, no podemos procesar la idea de que desde que llegamos estamos muriendo y nos toca divertirnos o aburrirnos, o ser lo que podamos, en el mejor de los casos, que podamos para ser presas de los masones.

No hay comentarios: