martes, 31 de enero de 2012

Reflexiones

El surrealismo es la representación artística del momento entre sueños que provoca distorsiones de la realidad en el humano promedio. Del miedo que reside en todos nosotros surgen las pesadillas, y de la propia realidad la vida de cualquiera, la de usted, la mía, la del vagabundo que observa o ignora en la calle, de su hijo, hermano, pareja o padre se puede convertir en la peor pesadilla lo ocurrido día a día.
Entre el sueño plácido y la pesadilla existe una línea diminuta, un espacio apenas perceptible que nos aleja del descanso y del placer para sumirnos en las sombras del desconcierto. Hace apenas unos años los sueños y la pesadillas me resultaban futiles, estaba estancado en el abismo de la gran nada, de la incertidumbre que se pasea entre el miedo total y la ausencia tan presente en la mente como en el cuerpo físico la soledad.
El insomnio acerca a la vida común al surrealismo con temibles alucinaciones sobre la realidad y la realidad entonces pasa a segundo término cuando al hombre común y monótono se aburre de la cotidianeidad. El motivo del presente texto, mi querido lector tiene como motivo mi propia reflexión sobre la realidad de los sueños. Hace años yo soñé con ser un científico y hoy mi camino, aunque cercano a las letras (que son mi pasión) razonablemente me habrían alejado de las ciencias -física para ser exactos- y de un realista me convierto en un soñador soñando en el mundo real. No es que diga que el científico no sueña, son quizá sus sueños los que hacen que su ímpetu por descubrir, tenga como fundamento la realización de los mejores de sus sueños.
Esta mañana me sentía perseguido, no por un ser, ni por un ente, espero -si acaso- que no fuese la muerte, -qué trágico sería que fuese realidad-, me sentía observado por el paso del tiempo y de los sueños y de la realidad. Observé entonces un camión de transporte público con la leyenda "Juguete caro" y entonces comprendí que la naturaleza del ser humano es compartida con la del cuervo. Los cuervos se sienten atraídos según fábulas milenarias por objetos brillantes y se han ganado una pésima fama en la actualidad haciendose acreedores a apócrifos peyorativos terribles. El ser humano de igual forma aprecia lo de valor monetario, ¿qué es un papel?
Es un castigo, una desgracia, un sarcásmo de la vida real, que por un kilo de alimento que da vida se da a cambio un pútrido papel, se mata y se muere a costa de él. Vea usted a los pueblos tarahumaras, vaya usted a las tiendas de ropa en el centro de la capital y apreciará la realidad que se vive en todo el mundo gracias a unos trozos de papel.
Yo no me fio ni de los animales, ni de los hombres ni de los amantes del hombre, ni de los animales; pareciera que el sueño de hombres hace millones de años se convierte en una farsa, en una terrible pesadilla en la actualidad.
Se mendiga no dinero, se limosna la tristeza de aquel que sale de las tiendas con una sonrisa enorme por adquirir aquello que vale quizá una sexta parte del valor que ha pagado y se consume con la mitad del esfuerzo que en condiciones humanas hubiera costado realizar. Todos consumimos y sentimos placer cuando lo hacemos, el problema es según mi -quizá distorsionada mente- el valor que se da a el objeto adquirido o si el dinero con el que se compra es el que produce el satisfactor y no lo adquirido por el mismo. Si usted siente un vacío tras comprar entonces debería pensar si es muy distinto a un simple trozo de papel pintado. Inservible, fútido y ciego.
Del hombre lo que más me gusta es la sonrisa. Observe una sonrisa sincera, no aquella fingida o hipócrita; observe a un niño sonreír por una pelota o por simplemente encontrarse con un perro amigable en la calle y dígame: ¿Cuánto cuesta eso?
No me diga que esas cosas no tienen valor, en este mundo todo tiene valor y recientemente todos buscan ser escuchados. Si no me parece el gobierno, la gente, esta gente, aquella gente, yo mismo, los míos o los tuyos, todos nos creemos líderes de opinión. Si acaso usted pagaría por ello, cuál sería el precio razonable para esa sonrisa. Dígame si no le llenaría un poco el corazón con cálido y ahora piense si eso le haría tan feliz como cuando ha pasado una semana de que compró algo con un precio alto, un "Juguete caro" después de una semana de adquirido. La respuesta que quede en su mente, ojala no tenga pesadillas.
Pase buen año.

Diego Pérez Morales

margot-remi@hotmail.com